Los colonenses estaban felices y le expresaban con pancartas, gritos, aplausos, en fin, con lo que se les ocurriera, un saludo efusivo al nuevo ídolo panameño. (Foto: Delfia Cortéz / EPASA)
Delfia Cortez
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La intensa lluvia no impidió el homenaje a Irving Saladino, quien fue recibido como un verdadero Rey en Colón.
El campeón mundial y olímpico de salto largo no podía creer lo que veía. La cantidad de gente que salió a homenajearlo, a pesar del fuerte aguacero que cayó, fue impresionante.
Irving recorrió la ciudad de Colón en una caravana, a bordo de un carro bomba del Cuerpo de Bomberos, donde mostraba la medalla Olímpica de oro de 24 kilates.
Miles de personas llenaron el estadio Roberto Mariano Bula, y en medio del trabajo periodístico de la prensa escrita y televisada, y ante el temor de que pudiera desplomarse la tarima, Saladino decía: "la tarima se puede caer", por lo que no subió a ella.
En el acto se le entregaron varios pergaminos de reconocimiento, entre ellos: las Llaves de la Ciudad de Colón, la Orden del Ave Fénix, certificado del Círculo de Periodistas, entre otros.
El mal tiempo que reinaba en Colón tumbó los globos que adornaban el estadio, sin embargo, el clima permitió que continuara el evento.
Para los colonenses, la lluvia fue una bendición de Dios y del Cristo Nazareno, a quien Irving irá mañana a rendirle devoción y agradecimiento por haber escuchado sus plegarias, las de su familia y las de todos los panameños.