Elidia ha luchado sola con su hija Roxana toda la vida. (Foto: GABRIEL ARAÚZ / EPASA)
Viola Guevara Gallimore
| DIAaDIA
"Antes de morirme, quiero arreglar mi casa para que mi hija viva cómoda". Esta es la meta de la señora Elidia Barría, quien es la protagonista de la historia de una abnegada madre que trabaja, vive y respira por su hija y para quien la vida no ha sido fácil.
Hace 33 años, a la señora Elidia le cambió la vida. Con mucho dolor trajo al mundo a su tercera hija Roxana, quien a los seis meses de nacida, a raíz de una fiebre alta, le diagnosticaron parálisis cerebral.
Roxana no puede caminar y no se vale por sí sola. Su madre debe hacerle todo, por lo que requiere estar con ella las 24 horas, pero no siempre es así.
Durante los primeros años de vida de Roxana, la señora Elidia laboraba en una casa como doméstica y allí dormía con la pequeña, razón por la que siempre estaba cerca de ella. Cuando culminó el trabajo, vivió en casa de su ex pareja, pero por varias razones tuvo que independizarse y con mucho esfuerzo compró su terreno en Río Palomo, en San Miguelito, y poco a poco a ido construyendo su casa que es de zinc y cemento.
Lo triste de esta historia es que por más que la señora Elidia se ha esforzado, y ha trabajado duro para mantener a su hija, con un salario de doméstica, Roxana no cuenta con todas las comodidades que su situación amerita.
Para poder ir al doctor, la señora Elidia, a sus 60 años, debe montarla al hombro, cruzar unas piedras y bajar los 22 escalones que están en la entrada de su morada. Su hija no tiene silla de ruedas ni un cómodo lecho.
SOLO COME DOS VECES
Como Elidia es madre y padre, debe seguir trabajando para mantener a su pequeña. Manifestó que hace el sacrificio humano de dejar a su hija sola, le da el desayuno y se va a trabajar. A las 6: 00 p.m. que llega le da la cena. Ella no tiene quien la cuide, porque lucha sola contra el mundo, y no tiene para pagar una niñera no le alcanza. Aunque parezca inhumano, Elidia hace todo esto. "Si no trabajo, no hay para comer", enfatizó.
Con todas estas dificultades, Elidia labora diariamente para solo recibir B/40.00 semanales, que sólo alcanza para la comida, la luz, y cuando se puede, los pañales desechables que necesita Roxana, pero que no siempre puede tener.
LUCHADORA
Sin saber de dónde saca fuerzas, Elidia lucha contra el mundo para mantener a su hija, no cuenta con jubilación.