La semana pasada conocí a una niña, quien demostró que cuando uno tiene deseos de estudiar, supera todos los obstáculos. Emely Ortega tiene nueve años y muchos ánimos para salir de su casa junto a su hermanita Aylín, de nueve años, y su primita Carmen, de 11, y caminar una hora para llegar a su escuela.
A Emely la conocí mientras hacía un sondeo de opinión en Mocambo, a pesar de que le hice otra pregunta, ella aprovechó el momento para decir que deseaba que le arreglaran su casa que el año pasado se cayó por un derrumbe provocado por la lluvia.
Mientras el fotógrafo Erick Barrios y yo nos adentrábamos al cerro para llegar hasta la antigua casa de las niñas y a la de la abuelita de ellas, pensaba en todo lo que tienen que caminar, en cuáles serían los motivos de su familia para vivir en un lugar tan inaccesible, pero la respuesta saltaba a la vista: falta de dinero y oportunidades.
Debo admitir que llegó un momento que ya quería desistir de hacer la nota, estaba muy agotada, sentí mareos y el corazón me latía a mil, Emely me miraba como quien dice, si yo puedo caminar esto diariamente, tú también puedes. Le pedí a Dios que me diera energías y culminé el trayecto.
Allá, en la cima del cerro, en el sector de Altos de las Nubes, nos recibió la abuela de las niñas, quien no dudó en brindarnos hasta comida, tanta hospitalidad me pareció el mejor ejemplo de humildad y bondad.
Esta familia a duras penas tiene luz eléctrica, pero son abundantes en amor, prueba de ello fue que al ver que la atención se dirigía directamente a la familia de Emely, con voz baja me dijo: "Carmen también es media pobre", como queriendo decir que ella también necesita ayuda.
Esta niña se merece más que una columna dedicada a ella, esta niña se merece que su calidad de vida sea mejorada, ojalá algún día ese deseo se pueda hacer realidad.