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Rivalidad entre hermanos


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La persona con celos se considera menos querida que antes. La rivalidad entre hermanos es algo natural e inevitable manifestación de celos.

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    La persona con celos se considera menos querida que antes. La rivalidad entre hermanos es algo natural e inevitable manifestación de celos.

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Gaspar Aramis Da Costa Foster - Doctor

Tengo dos hijos, una de 4 años y el otro de dos y medio. Siento que algo no estoy haciendo bien, porque pelean mucho, la mayor le pegaba y empujaba al menor cuando él estaba empezando a caminar, y ahora las cosas se han invertido, el pequeño está más fuerte y muerde a la niña cada vez que puede, quiero que se quieran como hermanos. ¿Qué puedo hacer?

El apego entre hermanos se debe fomentar desde el embarazo, lo ideal era que debiste hacer que tu hija participara en las tareas relacionadas con la llegada de su hermanito, que preparara la cuna, la habitación, a seleccionar la ropa.... y recompensarla y validarla tras la realización de estas tareas.

Aún ahora puedes resaltarle la importancia de tener hermanos, y la felicidad que esto le puede dar en el juego, en las labores diarias, en la alegría de la casa... Es prudente que le adviertas a los familiares en las visitas, que eviten expresiones negativas del tipo "ahora tienes que compartir", “cuida a tu hermanito”, etc. Así mismo incítalos a que sus expresiones hagan alusión a aspectos positivos de tener un hermano y compartir con él.

Los celos son un estado afectivo que se caracteriza por el miedo a perder o ver reducido el cariño y la atención de alguien querido. Este sentimiento suele ir acompañado de envidia y resentimiento hacia quien se percibe como rival. La persona con celos se considera menos querida que antes. La rivalidad entre hermanos es algo natural e inevitable. La manifestación de celos, suele darse a través de muchas conductas: rechazo o agresividad hacia el hermano, romperle sus cosas ,sus juguetes, buscar estar con el hermano para fastidiarlo, insultarlo, ridiculizarlo o amenazarlo. En tu caso parece que la agresión es bidireccional. Esto no implica que no haya un cariño sincero. La idea romántica de dos hermanos que lo van a compartir todo no siempre es real.

En ocasiones el hermano mayor, en este caso la hermana, puede mostrar un retorno a conductas más infantiles: imitar el lenguaje del pequeño, tartamudeo, querer dormir en la cuna, el chupete, querer ir a la cama de los padres, etc. También conductas como llanto frecuente y sin motivo aparente, mojar la cama, entre otras.

En casos como el suyo, el niño menor prontamente aprende a defenderse y se da un ciclo de agresividad y quejas recíprocas.

Para corregir esta situación que puede transformarse en un patrón de conducta crónico que convierta a los hermanos en enemigos, se debe actuar de forma enérgica.

Se deben establecer normas claras y concretas para todos. Evitar comparaciones, habituar a los niños a compartir las responsabilidades diarias. Fomentar actividades y/o juegos en las que colaboren todos los miembros de la familia (juegos en común, excursiones, viajes, tertulias)...Crear un clima familiar en el que predomine el amor y la confianza, compartir con los hijos todos los acontecimientos haciéndoles partícipes de proyectos comunes, ilusiones y valores. Incitar la cooperación entre los hermanos: en las tareas de la casa, recados, en situaciones de juego. Tratar frecuentemente con afecto y atención a ambos hijos, para que perciban que son queridos. Estimular la expresión sincera de sentimientos y emociones. Enseñar modales concretos: pedir por favor, dar las gracias...

Es muy importante evitar la comparación y la competitividad entre los hermanos. No tener en cuenta las conductas impropias de su edad. Procurar evitar la intromisión frecuente en sus conflictos, siempre que no haya agresión. Respetar el espacio de juego e intimidad de cada hijo. No prestar atención ni “recompensar” al hermano que pone las quejas. Evitar que la mayor, en su caso, asuma siempre la responsabilidad del cuidado del menor, cada uno merece un trato diferente, por lo tanto evite tratarlos igual, lo que se debe hacer es explicar el por qué del trato diferente. Animar los intereses individuales de cada uno.

Elogia los comportamientos deseados sin comparar. Observa y reflexiona sobre las conductas celosas de los niños y no darles excesiva importancia. Edúquelos en el control de sus emociones, que aprendan a soportar pequeñas frustraciones, alegrarse del éxito de los demás, a aceptar sus incapacidades y dificultades con optimismo.

Si estas sugerencias le resultan insuficientes para lograr un cambio de conducta en sus niños busque ayuda del equipo de salud mental más cercano.

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