La pobreza es palpable en la humilde casa de Mirna Bermúdez, hecha con retazos de madera vieja carcomida por el comején, hojas de zinc oxidadas y un frío piso de tierra. Esta pobre mujer, madre de 2 niños, no cuenta con un trabajo estable y lo poco que gana en una "parrillada", donde labora sólo los fines de semana, lo tiene que utilizar para hacerle frente a los gastos de su casa.
"No me ha ido muy bien en la vida, pero yo no me dejo vencer, por lo que cada día de mi vida es una guerra, que tengo que enfrentar con hidalguía para no desmayar en mi afán por brindarles un mejor futuro a mis dos hijos".
Mirna es otra de las madres solteras que luchan por vencer las dificultades que se les presentan en el diario vivir.
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