
En el Centro Femenino hay distintos talleres para la superación de las internas. Una primaria, secundaria y universidad por módulos.
Fotos: EVERGTON LEMON
En el Centro Femenino hay distintos talleres para la superación de las internas. Una primaria, secundaria y universidad por módulos.
Fotos: EVERGTON LEMON
En el Centro Femenino hay distintos talleres para la superación de las internas. Una primaria, secundaria y universidad por módulos.
Fotos: EVERGTON LEMON
La mayoría de las privadas de libertad tiene una tarea.
Si hacen protestas, la Policía brinda apoyo para mantener el orden.
La mayoría de los crímenes ocurren con arma de fuego.
Otras trabajan en la cocina.
En el Centro Femenino hay distintos talleres para la superación de las internas. Una primaria, secundaria y universidad por módulos.
Fotos: EVERGTON LEMON
La mayoría de las privadas de libertad tiene una tarea.
Si hacen protestas, la Policía brinda apoyo para mantener el orden.
La mayoría de los crímenes ocurren con arma de fuego.
Otras trabajan en la cocina.
En el Centro Femenino hay distintos talleres para la superación de las internas. Una primaria, secundaria y universidad por módulos.
Fotos: EVERGTON LEMON
La mayoría de las privadas de libertad tiene una tarea.
Si hacen protestas, la Policía brinda apoyo para mantener el orden.
La mayoría de los crímenes ocurren con arma de fuego.
Otras trabajan en la cocina.
En el Centro Femenino hay distintos talleres para la superación de las internas. Una primaria, secundaria y universidad por módulos.
Fotos: EVERGTON LEMON
La mayoría de las privadas de libertad tiene una tarea.
Si hacen protestas, la Policía brinda apoyo para mantener el orden.
La mayoría de los crímenes ocurren con arma de fuego.
Otras trabajan en la cocina.
En el Centro Femenino hay distintos talleres para la superación de las internas. Una primaria, secundaria y universidad por módulos.
Fotos: EVERGTON LEMON
La mayoría de las privadas de libertad tiene una tarea.
Si hacen protestas, la Policía brinda apoyo para mantener el orden.
La mayoría de los crímenes ocurren con arma de fuego.
Otras trabajan en la cocina.
Esa noche fueron tres las detonaciones que Ana hizo con un arma calibre 22, sin pensar las consecuencias que esto traería para su vida.
Esta situación la llevó a estar tres años detenida en una Casa Hogar en donde los días eran eternos; la desesperación de ella se manifestaba en llantos en la noche y solo la visita de su madre y otros seres queridos le daban fuerzas para soportar la condena.
Fueron muchas la vivencias que ella recuerda, y es que dentro del centro tuvo que vérselas con otras internas, y en muchas ocasiones tuvo que pelear para no dejarse. "Me quemaban la ropa y yo hacía lo mismo. Pero para que los días fueran llevaderos aprendí a bordar y a hacer trenzas", dijo Ana.
Sus compañeras de encierro le decían que se escapara, pero ya su madre le había dicho que como hiciera eso ella misma la entregaría.
Ana tiene ahora 20 años y es madre de un bebé, al que quiere darle todo su amor y quien es la razón por la que trabaja para que sea persona de bien.
Álvarez lamenta haber matado a una persona mientras estaba en las pandillas; además de haber perdido a muchas amigas que fueron asesinadas en la Goodyear y en Curundú, por lo que no le desea a nadie tener su vida anterior.
Esta mujer le da gracias a su madre, quien siempre estuvo con ella y que buscó de Dios para que ella pudiera salir de ese mundo.
La dama, de contextura delgada, al hacer las declaraciones a DIAaDIA bajaba la mirada, mientras entrelazaba los dedos.
Dispuesta a cambiar su vida
Contrario a la historia de Ana, Michelle De Gracia (nombre ficticio) se crió en una familia de clase media en la que sus padres le daban todo, incluso estudiaba en la universidad. Pero perdió varios años de su juventud pagando una condena por delito contra la integridad personal en el Centro Femenino de Rehabilitación.
Michelle sabe que ese capítulo jamás se borrará de su mente, pero ha preferido voltear la página y está dispuesta a hacer algo por sus seres queridos. "Fue mi inmadurez lo que me llevó a cometer el hecho de sangre", dijo.
Cuando Michelle fue recluida en el centro se mentalizó en que no dejaría que este lugar la consumiera, pues tiene una hija y familiares que la apoyan.
Ahora le faltan un par de años para salir y durante este tiempo ella aceptó a Dios en su corazón, la relación con su madre mejoró y está dispuesta a poner su propio negocio cuando salga de ahí.
De Gracia manifestó que siempre juzgan a las personas que acaban con la vida de otras, sin investigar si dichas personas sufrieron una serie de hechos que colmaron su paciencia y las llevaron a tomarse la justicia por las manos. Añadió que todas las reclusas no hablan del porqué están ahí, sino que tratan de meterse de lleno en distintas actividades para que cada día pase rápido y así sobrellevar la carga de la condena.
¿Qué ocurre?
Aida Selles, directora del Instituto de Criminología de la Universidad de Panamá (UP), informó que la incidencia de mujeres homicidas es menor en comparación con la de los hombres. Tal es el caso de las cifras de 2009, que reflejan que hubo 71 mujeres (8.68%) detenidas por homicidio, frente a 747 hombres (91.32%).
Selles afirmó que la principal causa es por violencia doméstica; en segundo lugar lo ocupa el crimen pasional.
La directora de Criminología recriminó el aumento de las condenas, ya que al subirlas se ha comprobado que no han bajado los casos de homicidio en el país. Acotó que en la sociedad se está dando una combinación peligrosa: no teme a la muerte y no ama sus vidas.