Los griegos cumplieron con el mundo. No hay dudas, estos fueron unos Juegos de ensueño. Las Olimpiadas de Atenas 2004 terminaron en una ceremonia en la que se descartó la tristeza de un final para destacar la alegría de un inicio, la de los próximos Juegos de Pekín 2008.
El estadio olímpico de Atenas apareció decorado con un inmenso campo de trigo, formado por más de 45.000 espigas, en el que se representaba la unión entre el cielo y la tierra; mientras que una pasarela de 85 metros de largo y cinco de ancho, que sirvió de escenario para algunos de los cantantes de mayor éxito del momento, como Haris Alexiou, Dimitra Galani, Marinella, Georges Dalaras y Yiannnis Parios, dieran la bienvenida a todo el mundo a esta ceremonia.
La misma fue presidida por Artemisa, la diosa olímpica de la Luna.
Diosa de la naturaleza, de la caza y las cosechas, Artemisa, hija de Zeus y Leto, también protectora de la juventud, recibió en ofrenda un enorme campo de trigo, con 45.000 espigas "plantadas" sobre el terreno del moderno coliseo.
La hermana de Apolo se vistió de gala para la ocasión y se mostró en toda su plenitud, plateada y con reflejos dorados, mientras en el campo, centenares de bailarines ejecutaban diferentes danzas tradicionales griegas, cargadas de un gran simbolismo, en lo que fue un verdadero canto a la naturaleza.
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