
Dermatitis atópica canina (DAC), se define como una predisposición genética a desarrollar una enfermedad cutánea, inflamatoria y con erupciones. Es una afección crónica, no curable, que solo se controla, debido a que reaparece con brotes. La dermatitis atópica es uno de los trastornos de la piel con mayor prevalencia en el perro. Aunque no existen estudios paremiológicos extensos y concluyentes, se calcula que entre un 10% y un 15% de los perros son atópicos, en mayor o menor grado.
El cuadro clínico se caracteriza por prurito intenso, en ocasiones, antes de la aparición de las primeras lesiones, y eritemas (son unos "enrojecimientos" de la piel debido a procesos inflamatorios o inmunológicos), mórulas y pápulas en la cara, cara interna de los pabellones auriculares, cuello ventral, axilas, ingles, abdomen, periné, cara ventral de la cola, zonas de flexión de las extremidades y espacios interdigitales. Obviamente, no en todos los animales aparecen afectadas todas las regiones corporales mencionadas. A medida que el proceso avanza y es más crónica la enfermedad, las zonas de eritema se transforman en zonas con falta de pelo (por el rascado), de hiperpigmentación ( manchas de color café) y finalmente de liquenificación (alteraciones cutáneas). Frecuentemente, los animales afectados de dermatitis atópica canina presentan otitis externa bilateral, conjuntivitis bilateral, o infecciones secundarias bacterianas (foliculitis bacteriana) o por levaduras (sobrecrecimiento de Malassezia).
Los propietarios tienen que ser conscientes de que probablemente el tratamiento de su mascota sea de por vida. Hay que entender que no existe un tratamiento único para todos los animales que padecen la enfermedad. Cada animal requerirá de combinaciones de terapias diferentes, por lo que se necesitará la colaboración del propietario para así poder encontrar el tratamiento adecuado para su mascota.