Madre sacrificada
María Teresa Loaiza. (Foto: Jesús Simmons / EPASA)

Joyce Baloyes Lobo | DIAaDIA

Las ventas son lentas; pero, afanosamente, María Teresa Loaiza arregla su mercancía para recibir un día que no se pinta muy prometedor. En la esquina de calle I, cerca del Instituto Nacional, tiene su pequeño puesto de buhonería, un lugar que se han tomado las mujeres para hacer negocio. Los puestos atendidos por hombres son pocos en esa fila.

María Teresa tiene 25 años de estar con el negocio, pero tres años en calle I, desde que los sacaron de la Central, donde el negocio era próspero. Ahora espera paciente una reubicación, junto a sus compañeros.

Su fuerte son las ferias que se hacen en todo el país, se la pasa viajando por todas las provincias para ganar algo de dinero; cuando no, se mantiene en su puesto.

Sus clientes son estudiantes, por lo que la huelga de los educadores ha mermado sus ventas. Otras que se acercan son las mujeres, aparte de que la mercancía está dirigida a ellas. En cuanto a las estudiantes, lo que más compran son ganchos, colitas, aretes, de 25 y 50 centésimos.

Desde las 7 de la mañana está en su esquina, hasta las 4 de la tarde. Comentó que, diariamente, vende 3, 4, 5 y lo máximo son 10 balboas, que sabe que sólo es un sustento para llevar algo en la tarde a su casa.

Lo que más la motiva es su hijo de 22 años que está enfermo y depende, totalmente, de ella.

CON SUS MANOS

Algunas de las artesanías las hace ella; las otras, las compra para revender. No lleva mucho por las ventas malas.

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