No todos los jabones sirven para el lavado del cabello.
Marcia Tuñón
| DIAaDIA
El jabón, nuestro, amigo fiel en la bañera, es un producto que nos acompaña todos los días en el cuidado de nuestra piel, higienizándola y mejorando la apariencia. Sin embargo, a pesar de todas esas propiedades beneficiosas que nos brinda, en algunos casos suele producir irritaciones.
La mayoría de los jabones se hacen con sebos de grasa animal, ya que tienen una mayor duración y su precio es muy accesible. Sin embargo, presentan la desventaja de secar la piel y, en ocasiones, produce irritaciones y molestias en la piel.
Para evitar estas molestias, hay que tener en cuenta que el jabón no sea muy alcalino, ni muy desengrasante, ni demasiado aromatizado (ya que puede ser nocivo para las personas con alergias), o que tenga agregados para reducir la sequedad de la piel.
Si desea evadir estos problemas, pueden utilizar los jabones neutros, que tienen un pH similar al de la piel (entre 5 y 7).
Para ello, se han diversificado los estilos de jabones según la característica propia de cada piel y las necesidades que requiere.
Por consiguiente, hay que tener en cuenta que hay ciertas creencias sobre los jabones que hay que desmitificar, pues son más bien impuestas por la moda que un requerimiento higiénico:
Que un jabón sea más espumoso no quiere decir que sea más efectivo.
No se necesita utilizar un jabón especial para el cuidado íntimo, aunque es preferible utilizar jabones neutros de calidad para estas zonas tan sensibles.
TIPOS DE JABONES
Los jabones comunes: son sólidos y espumosos, hechos por lo general con sebo grasoso y sodio o potasio. Adecuados para todo tipo de piel y, en algunos casos, pueden usarse para lavar el cabello.
Los jabones humectantes: tienen aceites vegetales, otros poseen cremas humectantes o grasas enriquecidas con aceite de oliva, avellana y otros. Son útiles para las pieles secas o dañadas por el uso de detergentes.
Los jabones suaves: son hechos a base de aguas termales y son recomendados para las pieles sensibles.
Los jabones líquidos: se presentan como una loción de limpieza. Su poder efectivo varía y no todos tienen la misma eficacia.
Los jabones dermatológicos: contienen agentes de limpieza sintéticos muy suaves, contienen vegetales que contribuyen a cerrar los poros, aliviando las irritaciones y frenando la aparición de acné o puntos negros. La piel no se descama. Evita la aparición de irritaciones.
Los jabones de glicerina: son neutros, no suelen humectar la piel, al contrario, tienden a resecarlas y se recomiendan para las pieles grasas. Por lo general, la glicerina tiene un efecto más duradero que los jabones comunes.
Los jabones terapéuticos: son recetados por los médicos, algunos se recomiendan para psoriasis, para micosis cutáneas y otros para limpiar profundamente el cutis.
Por último, se encuentran los jabones utilizados por la mayoría, aquellos aromáticos a los que se les agrega esencias florales o frutales, no recomendables para pieles sensibles o las personas alérgicas. También tienen un efecto relajante en algunos casos, según la esencia floral que contengan. Ya saben, usa el jabón adecuado según el tipo de piel que tienes.