Entre la soledad y el olvido. Así vive, en el cuarto No. 33 F, de las barracas ubicadas detrás de la piscina de Pueblo Nuevo, Prudencia Harris. Hace muchos años que ella no tiene noticias de sus hijos ni de su esposo.

Desnutrida, esta anciana de 82 años, dice que quiere un lugar estable para vivir y donde ella se sienta segura y tenga buena comida. Lo que come es sopa de paquete en el desayuno y en el almuerzo. La cena consiste en papas o plátanos salcochados, y otros alimentos que de vez en cuando le dan los vecinos.

Unos niños del lugar se acercaron a nosotros y nos dijeron que es necesario que la ayuden, pues ella vive de la caridad de los vecinos. Los niños le llevan las galletas y la leche que les dan en la escuela, por la comida que le hace falta.

Ella no puede pagar luz, agua ni el alquiler, porque no tiene una jubilación; dice quiere que el gobierno le ayuda.

FAMILIA

La familia de "Prude" son sus hijos Alexis, Viodelda y su esposo Thomas, quienes viven en los Estados Unidos, donde ella los dejó para venir a Panamá a cuidar a su madre enferma. Pero después de que su madre murió ya no pudo regresar y su familia nunca la vino a buscar.

Prudencia afirmó que si la pueden llevar a un asilo, lo acepta con mucho gusto, pero que si no se puede, lo que por el momento necesita es una estufa de mesa que tenga dos quemadores, para poder cocinar sus alimentos.

Por otro lado, ella excusa a sus hijos porque no vienen a verla. "Es porque no gustan de Panamá", dice. Sin embargo, sí insiste en que ella, como esposa de un soldado norteamericano, tiene derechos y no sabe por qué no se los otorgan.

DESEOS

Prudencia quiere que el Gobierno de Estados Unidos le reconozca los derechos que le otorga la ley.