
Su madre lo pasea todos los días. Ella estaba con él cuando ocurrió el accidente.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Su madre lo pasea todos los días. Ella estaba con él cuando ocurrió el accidente.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Su madre lo pasea todos los días. Ella estaba con él cuando ocurrió el accidente.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Su madre lo pasea todos los días. Ella estaba con él cuando ocurrió el accidente.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Su madre lo pasea todos los días. Ella estaba con él cuando ocurrió el accidente.
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Su madre lo pasea todos los días. Ella estaba con él cuando ocurrió el accidente.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Su madre lo pasea todos los días. Ella estaba con él cuando ocurrió el accidente.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Hace aproximadamente dos meses, que el pequeño Joseph Oliveros salió del Hospital del Niño en donde estuvo internado por más de un mes a causa de un brutal accidente de tránsito que lo dejó en coma por tres semanas.
Al salir del hospital se desconocía si Joseph podría sanar del todo, movía sus extremidades lentamente, podía ver solo del lado derecho, no lloraba, tampoco reía, estaba ido y con la mirada perdida. En su silencio expresaba la agonía y las ansias de volver a ser el niño chispa que hacía reír a todos.
Va viento en popa
Tashira manifestó que hace poco se le hizo una cirugía ambulatoria en la vista para arreglar los posibles daños del accidente y determinar su posible ceguera, pero esta fue descartada, poco a poco con las terapias el niño está sonriendo, ya llora cuando le molesta algo y hasta hace ojitos. Su mirada ya no es fija, tiene la capacidad de ver hacia otros sitios y apreciar el bello entorno que Dios le ha regalado con esta nueva oportunidad.