
Antonio Troya con su pequeña banda deleita a todos.
Antonio Troya con su pequeña banda deleita a todos.
Aunque tiene una aguda discapacidad visual, esta no es impedimento para que Antonio Troya toque sus instrumentos de música.
Los aparatos son rudimentarios, pero se le observa casi a diario en las calles de David, en la provincia de Chiriquí, deleitando a propios y a extraños.
A los 35 años de edad, perdió la visión, producto de un desprendimiento de retina, enfermedad que heredara de su madre.
Para esa época, el oficio al que se dedicaba, era pintar las letras de los autobuses de la Cooperativa de Transporte Manuel Montes.
Fue en ese lugar, donde conoció al profesor de música, Alexis Ramírez, quien le enseñó cinco canciones en la flauta, la que luego le regaló. Así, de esa forma, se inició en su nueva profesión.
Con solo la educación primaria, el espíritu de superación de Antonio lo llevó a aprender a usar otros instrumentos, que él mismo confeccionó con materiales reciclados.
Con el paso de los años, fue agregando diferentes instrumentos, logrando hacer una pequeña orquesta.
En estos momentos, cuenta con doce instrumentos, los que suenan coordinadamente a la vez, con solo mover sus extremidades.
“Tengo 19 años de tocar música con mi pequeña banda”, manifestó Troya.
Antonio agregó que toca música cristiana, estilo romántico propio, patriótica y navideña, cada una en su época.
Ha tenido la oportunidad de visitar muchos lugares en el país y dar a conocer su talento musical, aunque como él lo dice “nunca pensé en ser músico”.
Se encuentra felizmente casado hace nueve años.
Su esposa también tiene discapacidad visual, pero de nacimiento.
Este hombre humilde, alegre y chistoso, seguirá haciendo música por mucho tiempo.