HISTORIA
Confesión

Redacción | DIAaDIA

He aquí una historia sobre la importancia del sacerdote como medio del perdón de Dios en la confesión. Cada ser humano es libre de decidir, así lo hizo el Creador. Sin embargo, siempre es bueno escuchar, aprender y, en consecuencia, meditar y actuar. Para muestra un botón:

Cierto día, en Misa, un amigo dirigiéndose a otro le comentaba:

Me alegra que por fin te hayas decidido a confesarte... y comulgar.

¿Confesarme yo?, decía el interpelado. No, no soy tan tonto. Los curas no son necesarios; son hombres como tú y como yo. Lo que hago es confesarme con Dios: le cuento lo que me pasa, le pido perdón y listo.

Es asombroso -respondió su amigo- lo inteligente que eres. La verdad, es posible que tengas razón y que todos los demás seamos unos imbéciles. Lo que no me cabe en la cabeza es cómo un hombre de tu inteligencia se queda en la mitad.

¿La mitad? No te entiendo, preguntó a la vez el otro.

Sí hombre, contestó. Tú has comulgado y te has arrodillado ante el Sagrario. Pues bien, dada tu mente inteligente y abierta, lo más lógico sería que vayas al mercado, compres un poco de pan, lo consagres tú, comulgues, y te guardes el resto en una urna, ¿no? Pero, ¿quedarte a medias?...

Yo no puedo consagrar; ese poder Dios se lo dio sólo a los sacerdotes, y... gracias amigo, me has hecho ver claro. Tengo suerte, aún hay un confesionario abierto en la iglesia.

Agustín Filgueiras

Ciudad de Panamá 
Copyright © 1995-2006 DIAaDIA-EPASA. Todos los Derechos Reservados