T eníamos una clase de Fisiología en la Facultad después de la Semana Santa. Como la mayoría de los alumnos había viajado, todos estaban ansiosos por contar las novedades a los compañeros y la excitación era general.
Un viejo profesor entró en el salón e inmediatamente percibió que tendría dificultad para conseguir silencio. Con gran dosis de paciencia intentó comenzar la clase. ¿Tú crees que nos callamos? ¡No!
El profesor levantó la voz y dijo: "Desde que comencé a enseñar descubrí que nosotros, los profesores, trabajamos con el 5% de los alumnos de una clase. El otro 95% sirve sólo para hacer volumen. Son mediocres y pasan por la vida sin dejar nada útil". Alegó que es una pena sólo atender a pocos estudiantes especiales y tener que sacar el resto.
El reto les llegó a todos. A fin de cuentas, ¿a quién le gustaría ser clasificado como "parte del montón"? Todos querían ser especiales. Y así la clase fue escuchada...
Hoy no recuerdo muchas cosas de las clases de Fisiología, pero del reto del profesor nunca más me olvidé. Para mí, aquel profesor fue uno del 5% que hizo la diferencia en mi vida.
Esto nos debe quedar claro: Si no intentamos ser especiales en todo lo que hacemos, si no intentamos hacer todo, lo mejor posible, seguramente seremos uno más del montón.