No hay nada peor en la vida de una mujer que le comenten sus defectos a viva voz.
Tengo que reconocer que con el pasar del tiempo algunas damas tendemos a subir una que otra librita, por esta razón muchas veces dejamos asombrados a esos conocidos que quedan perplejos al ver la nueva figura. ¡Ojo!, no es que sea un barril, pero tengo que reconocer que he aumentado de peso, pero la comida es tan rica que me cuesta decir que no; es una lucha campal en la cual no he salido victoriosa, pero como digo: La mujer propone y la boca dispone.
¡Sí señores!
A continuación les presentaré un cuadro que se puede dar en cualquier momento, donde esa persona que nos encontramos después de tanto tiempo puede llegar a herir nuestros sentimientos en lo más profundo.
Conocido: Hola fulana, qué gorda estás.
Afectado: Sí lo sé, estoy trabajando en eso, ¿y tú como estás?
Conocido: Bien, pero qué te pasó, tú no eras así, estoy sorprendido, subiste mucho de peso, qué gorda te has puesto, de verdad que tienes que trabajar en eso, ay mami, de verdad que estás gorda.
No, y lo peor de todo es cuando te encuentras a alguien similar en un momento donde llevas como un mes haciendo dieta, ¡Horror!, o sea, que me mato en el gym y me coso la boca para que me digan que estoy gorda... ¡aushh, eso duele!
Es importante sentirse bien consigo mismo y aceptar sus curvas, pero si en todo caso se necesita rebajar, ténganlo por seguro que humillando a las persona no es la mejor manera.
Hay que ser cauteloso cuando se dicen las cosas y de la forma en la que se expresa, no vaya a ser que una esté en los días cuando "Andrés" nos hace la visita y estemos más sensibles de lo normal.
