
El 8 de octubre Deivis cumplirá tres años y el mejor regalo para él sería una silla de ruedas.
FOTOS: EVERGTON LEMON
El 8 de octubre Deivis cumplirá tres años y el mejor regalo para él sería una silla de ruedas.
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El 8 de octubre Deivis cumplirá tres años y el mejor regalo para él sería una silla de ruedas.
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El 8 de octubre Deivis cumplirá tres años y el mejor regalo para él sería una silla de ruedas.
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El 8 de octubre Deivis cumplirá tres años y el mejor regalo para él sería una silla de ruedas.
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Su pequeño cuerpo reposa en una silla, mientras lleva a sus oídos una bocina por la cual escucha música, lo que lo mantiene alejado por un momento de su sufrimiento. Ese es Deivis Hernández, que con solo dos años y medio padece de hidrocefalia (agua en el cerebro), enfermedad que no le permite ver y amenaza con quitarle la poca movilidad que le queda.
Su madre, Dania Hernández, solo recuerda que el día de su alumbramiento le entregaron un bebé con grandes defectos físicos; a pesar de eso, ella cerró los ojos y clamó a Dios: “Padre, aunque esté enfermo, déjalo vivir, yo lo cuidaré”. Y así lo ha hecho durante este tiempo.
Pero el amor que su familia le da no oculta sus necesidades, pues el niño usa pañales desechables las 24 horas y una leche especial que se les hace muy difícil comprar.
Ahora, la nueva lucha de Deivis es aprender a caminar, para empezar a hacerlo, necesita acomodar su columna, pero no tiene una silla de ruedas especial que vale $4,000.
Dania ha tenido que dejar de trabajar para cuidarlo, pues ella reside en Caimitillo de Chilibre y el empleo le quedaba muy lejos; en las noches ella no deja de llorar pidiendo a Dios que le ponga en su camino una persona bondadosa que le done la silla de ruedas para su bebé.
Lo más conmovedor es que a la familia solo la sustenta el abuelo del niño, pues su padre no le da suficiente ayuda. Ellos no tienen un lugar propio donde vivir, por lo que deben pagar alquiler.
A pesar de su estado y de las necesidades de la familia que solo quiere su bienestar, Deivis sonríe inocentemente cada vez que escucha las voces de sus allegados, como muestra de su valentía y deseos de vivir.