La comida no es la favorita. (Foto: Hermes González / EPASA)
Milagros Murillo F.
| DIAaDIA
Sus vidas dieron un giro radical. A simple vista, parece un lugar cómodo, pero en el interior de quienes la habitan, la soledad, el remordimiento y la esperanza de salir se han convertido en un martirio.
"Britany", como quiso que la llamáramos, llegó al Centro de Custodia y Cumplimiento de la Residencia Femenina, ubicado en Tocumen, hace ocho meses, procedente de Chitré, donde fue capturada. Ella está detenida por el delito de tráfico de drogas, pues transportaba 49 carrizos de cocaína. Aún le faltan por cumplir 13 meses para salir en libertad.
"Lo que me llevó a vender droga fue la rebeldía para experimentar las cosas, también por tener la mente inocente, uno se mete a eso pensando que nada te va a pasar. Yo vendía droga desde los 14 años y siempre pensé que había tres mundos: la muerte, la cárcel o estar libre y me tocó éste".
A pesar de todo, la joven, quien cumplió 18 años en agosto, piensa que Dios la puso allí para que experimente y escarmiente por haber probado suerte en ese mundo de las drogas, que no es relajo, porque hay personas que no corren con esa misma suerte y se mueren. "Es duro y todo, pero si uno pone de su parte, puede salir", expresó. Y es que este año, ella se graduará de tercer año; sabe que si hubiera estado en la calle no lo hubiera logrado.
"Yo no pensé que me iba a graduar, porque estando en la calle a uno no le importa eso, porque anda al garete, fumando marihuana, vendiendo droga, robando, pero aquí me han dado bastante herramientas para resocializarme".
LAS MUJERES DELINQUEN MENOS
Britany forma parte de las ocho jóvenes que están recluidas en el Centro. De éstas, cinco están en custodia esperando el juicio y las otras tres ya pagan sus condenas.
Diana Pedroza, trabajadora social y directora del centro, explicó que las edades de las jóvenes en el centro oscilan entre los 14 y 21 años, y los delitos que predominan son contra el patrimonio (robo), sin embargo, hay casos contra la salud pública (tráfico de drogas) y de homicidio.
Las condenas entre hombres y mujeres son iguales, (cinco años o menos), lo que cambia es el agravante de cada delito, pues como los hombres son más atroces que las mujeres, cumplen más.
Además, generalmente las jóvenes son beneficiadas con medidas cautelares y cuando llegan a la residencia, es en última instancia, ya sea porque son reincidentes o por desacato.
DISCIPLINA Y FALTA DE RECURSOS
Cuando el reloj marca las 5:00 a.m., las chicas se tienen que levantar, se bañan e inician las labores de limpieza de la residencia, pues el orden debe ser lo principal. Para todo hay un horario, desde ir a la escuela hasta escuchar música.
Según las chicas, pasan el tiempo tejiendo, haciendo manualidades, participando del círculo de lectura, trabajando en el criadero de pollos, el vivero o conversando con las psicólogas y trabajadoras sociales.
"Aquí hay un diario vivir, pero a veces por la falta de custodias no nos sacan y no se puede cumplir con los programas de resocialización, pero si uno pone de su parte, puede llegar a resocializarse", dijo Britany, quien asegura que de su parte, no quisiera fumar más y cambiar el rumbo de su vida.
TRABAJANDO CON LAS UñAS
El principal obstáculo para la resocialización es la falta de recursos. Sobre esto, Pedroza está al tanto, ya que en los dos años que lleva de estar al frente del centro ha tenido que aprender a trabajar con limitaciones.
La Residencia Femenina depende mucho del Centro de Cumplimiento de Menores (hombres), tanto en la comida, la escuela, como en la atención médica.
A simple vista, la armonía reina en la residencia, sin embargo, no es así. Como en cualquier lugar, hay jóvenes que tienen problemas interpersonales y con el pasar del tiempo, las que llegan son más violentas.
Por todo esto y la falta de espacio, Pedroza ha tenido que aprender a jugar con lo que hay para ubicar a las chicas y evitar un problema, sobre todo, rogando que no ocurra nada que tengan que lamentar, pues lo que en un principio fue construido para cuatro jóvenes, ahora alberga el doble.
Aunque las chicas suelen amenazar con fugarse, bajo la administración de Pedroza no se da dado ningún intento, pero igual hace falta más custodia. Actualmente hay diez, que tienen que dividirse; es peor en las noches cuando sólo quedan dos.
TAMBIEN SON MADRES
"Yissel" es madre de una niña de cinco años y de un varoncito de tres. Su caso es uno de los más delicados que han llegado al centro. Hablar del tema aún le afecta y es que en medio de una disputa con su hermano, éste sacó un arma y en el forcejeo, ella lo impactó y él no pudo sobrevivir.
Pasaron dos años hasta que Yissel, quien ahora tiene 20 años, fue notificada de que iría a prisión. Ya lleva un año y dos meses de estar internada, aún le faltan tres, pero como está próxima a cumplir los 21, tendrá que asumir el cambio al Centro Femenino de Rehabilitación.
Una hora, una vez a la semana comparte con sus hijos. En algunas ocasiones, los niños pueden pasar la noche con ella, pero a veces prefiere no hacerlo para que no se asusten.
PARA AYUDARLAS
La directora del centro comunicó que el proyecto Caritas Felices fue creado para que quienes tengan hijos, puedan pasar por lo menos dos días con ellos, pero no ha podido ser cumplido a cabalidad por la falta de espacio para las cama cuna que les donaron.
Allí también estaba "Marta", quien a sus 16 años tejía las sabanillas de su segundo bebé. Ella está condenada por robo y saldrá en noviembre, es la segunda vez que paga una condena en el centro.
Aunque Marta no estará en el centro cuando dé a luz, si esto ocurriera, a las jóvenes se les da todo el seguimiento de su embarazo y en algunos casos se les da una licencia como medida cautelar por el tiempo del embarazo y parto.
UNA COLONENSE
Finalmente, encontramos a "Paula", esta colonense apenas tiene 16 años y espera el juicio para ver si es condenada o no. Ella admitió que desde los 14 años sabe lo que es fumar marihuana y robar. Esto último fue lo que la llevó al centro, pues fueron B/.5,000 los que le robó a una señora.
Ella desconoce qué será de su vida, si tendrá que quedarse en prisión o no. Paula es huérfana, pero tuvo una tutora. Por eso piensa, al igual que las otras chicas, que si hubiesen seguido los consejos de sus padres o tutora no hubiera caído en prisión.
Allá quedaron, con sus vidas jóvenes, en la residencia de tres recámaras (no es una cárcel con barrotes), esperando ansiosas las visitas de sus familiares, mientras el tiempo pasa en espera de que realmente logren resocializarse. Algunas verán su estadía allí como un escarmiento y cambiarán, otras regresarán a esa vida, que cada vez las consume más.
INCENTIVO
Las jóvenes que participan de los proyectos como el de la cría de pollos, obtienen el 25% de las ganancias que se generan. Este dinero es depositado en una cuenta de ahorros para que cuando salgan tengan una ayuda económica.