HEURISTICO
De las protestas

David Robinson | DIAaDIA

A inicios de agosto, dialogaba con mi buen amigo y colega Diógenes, sobre lo conveniente y correcto o inconveniente e incorrecto de las protestas y huelgas por reclamos gremiales. Hablábamos, específicamente, de la solicitud de aumento salarial del sector docente (que es una población muy castigada por la crisis socioeconómica que vive el país). Obviamente, ambos somos educadores.

Él hablaba de conciencia, yo de estrategias. Aunque sus argumentos no me convencían, los míos tampoco me eran suficientes como para desechar los suyos. ¿Estrategia y conciencia se excluyen? Una respuesta positiva me provocaba incertidumbre. Sin embargo, tal sensación me duró hasta la noche del 5 de agosto, la noche donde el campeón mundial de boxeo de las 130 libras, el panameño Loco Mosquera, defendió su título haciendo gala de la mayor de las valentías. También esa noche perdió la corona. Su esquina tuvo que lanzar la toalla, pues ya era evidente el grave castigo al que fue sometido.

¿Y qué tiene que ver una huelga de educadores con una pelea de boxeo? Mucho. El Loco Mosquera quiso demostrar que podía resistirle la mano a su oponente, se fue de frente y ya sabemos las consecuencias. Conscientemente, subió al entarimado a pelear, pero perdió la presea. ¿Y por qué? Por una total falta de estrategia boxística.

Y eso creo ocurre, no sólo con los docentes, sino con el pueblo panameño en general y la clase trabajadora en particular. A esta altura del partido, y desde hace muchos años, se juega con el balón y las reglas del gobierno de turno.

Hasta en las huelgas, ha habido algunas victorias pírricas, mucha valentía y conciencia, pero los gobiernos han seguido implementando sus planes neoliberales y realizando sus ajustes de reestructuración del Estado. En la práctica, eso se traduce en Panamá en aumento de la brecha entre ricos y pobres. Y en realidad, eso es el meollo del asunto.

Nosotros los golpeados por el aumento del costo de la vida, por las nuevas leyes promotoras de injusticia y por la descarada corrupción; nosotros, el pueblo panameño, no tenemos agenda propia. ¿Será porque no asumimos nuestro papel de ciudadanos plenos; porque no pertenecemos a alguna organización civil o barrial; porque no tenemos conciencia y sin ella no hay estrategia posible?

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