Cuando los planes no salen como pensabas y tu vida parece no llevar un rumbo fijo, es mejor ponerse en las manos del Todopoderoso. Es un asunto de fe y decisión propia para seguir adelante. Los frutos vendrán por añadidura.

Esta vez, Mercedes Ábrego nos contó su singular historia. Ella es una mujer sencilla, amigable y tenaz. Ha vivido momentos difíciles, pero guarda en su corazón una alta autoestima que irradia con sólo escucharla.

Para montar un negocio o ser un microempresario, no hace falta tener un millón de dólares. Aunque esta idea parezca difícil, esto se le ocurrió a Mercedes y a su esposo Rumaldo.

Pues bien, con sólo siete balboas empezaron su negocio. Vendían hielo y "barquillitos" en un pequeño congelador que obtuvo a crédito. Así comenzó a surgir. Los barquillos se vendieron como pan caliente y con las ganancias obtenidas compraron dos cubos más de helado y así se fueron multiplicando las ganancias.

El tiempo pasó y los ahorros crecieron, permitiéndoles pagar el costo del congelador. Más tarde, se les ocurrió poner una tienda. Esta vez sólo invirtieron 100 dólares en mercancías.

!Increible¡. Estos esposos decían que tenían una tienda en la manzana 7 de Felipillo, en la 24 de Diciembre, y cuando los vecinos iban a comprar un producto no lo encontraban. "La gente se reía de nosotros, pero no nos dimos por vencidos, por obra de Dios seguimos luchando y hoy día tenemos una tienda completa y una fonda", reveló Mercedes. Imagínense que los productos de la tienda cabían en una cajeta.

Por otro lado, dijo que han aprendido a valorizar el trabajo. No obstante, dijo que sí se puede fiar, pero hay que arriesgarse para saber quiénes pagan o no. Señaló que se lleva bien con la comunidad, no tienen hijos y nadie les ha quedado debiendo.

Recomendó a las personas desempleadas que se atrevan a ser dueños de su propio negocio, y si se quiere triunfar hay que empezar desde abajo, sólo así se podrán escalar peldaños de alegría. Estos esposos tienen 10 años de casados y hace tres meses contrataron a su ayudante, Ceverina de Marín, otra que se suma a este valioso equipo de trabajo. ¡Bellacos verdad!