El pintor Benjamín Cruz vuelve a las exposiciones de sus caballos acrílicos el próximo martes 16 de septiembre. En esta oportunidad, no busca salas especializadas en la muestra de arte, sino que se va por algo más cercano a la gente, el restaurante La Esquina de Van Gogh, donde también se exhibe pinturas.
El mercado del artista plástico está saturado, considera, porque todo el mundo pinta. Aunque no muchos pintores logren llevar sus cuadros a las galerías, unas 13 aproximadamente, venden sus cuadros de boca a boca.
Como las gordas son para Fernando Botero, el pintor más cotizado de Colombia en el extranjero, Cruz busca en sus caballos ese signo distintivo que lo lleve a cautivar un mercado para sus obras, que trabaja solamente en acrílico porque secan más rápido.
Cruz no cambiaría estos objetos en movimiento, lo que sí piensa es agregar otros elementos a sus pinturas, como figuras humanas y más colores que aporten emotividad.
Pintar de todo. Este pintor que trabajó en Chepo cortando maleza en los potreros, ha trabajado pintando vallas publicitarias cuando la impresión a gran escala no había tomado fuerza. De esos encargos, el que más recuerda es una estatua de la libertad en zapatillas que pintó cerca del aeropuerto de Tocumen.
"Ya reconocen mi trabajo, cuando ven un cuadro de caballos piensan que es mío, aunque no sea mío, y eso es lo que busco. Yo siempre he vivido de la pintura".