Positivo ante la vida
Siempre tiene una sonrisa y le da gracias a Dios por estar vivo.

Jaime Saldaña | Chiriquí, DIAaDIA

Ni la espléndida sonrisa con la que José Ángel Morales recibe sus visitas, o la felicidad que manifiesta por el sólo hecho de estar viviendo, pueden ocultar la cantidad de problemas que vive. Desde hace 16 años, perdió la movilidad en la mitad de su cuerpo por un accidente de tránsito.

Rezando un rosario, que escucha a través de una vieja grabadora, encontramos a José Ángel en una cama que tiene el mismo tiempo desde que se dio el accidente.

Con mucha lucidez, José narró poco a poco lo acontecido esa tarde del 4 de febrero de 1990. El auto en el que viajaba con un grupo de amigos, se estrelló contra un árbol que estaba al lado de la carretera Interamericana, produciendo la muerte de otro joven, su paralización corporal y heridas para el resto de los pasajeros.

Estuvo inconsciente por cuatro meses y ocho días, hasta que despertó para descubrir su problema físico.

"Cuando desperté en el hospital y me dijeron que no podría caminar más, yo la pasé muy mal; pero le doy gracias a Dios que poco a poco me quitó esos malos pensamientos y estoy contento por la vida", exclamó.

En su residencia, en Santo Domingo de Bugaba, no conocen mucho de la tecnología. No tiene nevera, lavadora ni estufa. Toda la comida se hace en fogón.

José afirmó que en muy pocas ocasiones puede salir, ya que la silla de ruedas que le habían prestado la tuvo que devolver; pero, pese a eso, sigue sonriendo.

En un principio su padre se encargaba de gran parte de sus cuidados. No obstante, hace dos años murió y sólo puede contar permanentemente con su madre, Silvia Rosa Elizondro, de 80 años de edad. Ella ya empieza a tener problemas de la vista y con su brazo derecho, producto de una mordedura de serpiente que ocurrió hace un tiempo.

Con la misma inocencia y confianza, característica en la gente de nuestros pueblos, madre e hijo se despidieron. Ella agradeciendo por la visita y José Ángel mostrando su sonrisa, que invita a regresar para conversar un rato, donde quizás él con todo y sus problemas habla mejor de la vida que cualquier persona que lo tenga todo.

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