Onicofagia o comerse las uñas


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Mgtr. Ramiro Campos -

Neurorehabilitador pediátrico

CIAES-Udelas. Teléfono: 501-1070

 

 

Morderse las uñas puede resultar en el transporte de gérmenes que se ocultan bajo las uñas a la boca o viceversa, llevando a la hinchazón del dedo y en casos extremos, dando lugar a la aparición de pus.

El mordedor compulsivo de uñas puede estar tentado a comer también la cutícula y la piel de alrededor, provocándose heridas por donde puede sufrir infecciones oportunistas micróbicas y virales.

Dañarse la piel o uñas puede llevar a la ansiedad por la apariencia de las manos, produciéndose así un círculo vicioso (realimentación o feedback) que perpetúa la conducta.

El hábito crónico de morderse las uñas es perjudicial a largo plazo para la sustancia adamantina frontal de los dientes, aumentando la caries en las zonas afectadas.

Entre las causas psicológicas están los estados obsesivos, compulsivos, agresividad o como forma de calmar momentos de nervios, ansiedad o angustia. Pueden desencadenar inconscientemente y de una manera frenética, en un impulso de comerse las uñas.

El estrés, dificultades para resolver problemas cotidianos que sean sociales o escolares (exámenes) son causas frecuentes que pueden desarrollar un complejo que lleva a una persona a comerse las uñas.

También están las causas psicosomáticas, pero es difícil agrupar en un mismo patrón a todas las personas que sufren este mal hábito. Se pueden mencionar cambios dramáticos en la unidad familiar, no asumir la pérdida de un ser querido, violencias y disputas domésticas reiteradas ante el sujeto, divorcios y separaciones de los padres, rechazo a los padrastros o madrastras, rechazo a la incorporación en la familia a nuevos hermanos y hermanas, malos tratos y humillaciones, presión por los estudios en el ambiente familiar o escolar, y un sin fin de otras causas. Pero en la mayoría de estas, las frustraciones acumuladas, la timidez y la baja autoestima son los rasgos más significativos.

 

Tratamiento

Debe ser de forma voluntaria.

No existe un tratamiento concreto.

Hay que aprender a dominar los nervios, ansiedad o problemas cotidianos que arrastran al mal hábito.

A los niños hay que ayudarlos, pues son incapaces de superarlo por sí mismos.

 

Tome medidas

Haga que el niño tome conciencia e identifique situaciones que activan el mal hábito. Por ejemplo: acariciar, tocar, palpar, frotar o rascar las uñas, los bordes de las uñas y de las cutículas antes de llevarlas a la boca, etc.

Situaciones que lo estimulan o provocan. Por ejemplo, al estudiar, cuando hay exámenes, al leer libros, viendo la televisión, frente al ordenador, cuando ha tenido o han habido discusiones y en medio del nerviosismo, etc.

Que recuerde situaciones en que el niño ha evitado su hábito de morderse las uñas. Por ejemplo: al practicar actividades deportivas, charlas con amigos, jugando, en sitios públicos, escuchar y aceptar los reproches de familiares o de amigos, cuando está masticando algo, etc.