Impotencia y ansiedad son algunos de los sentimientos que sienten las mujeres retenidas en el albergue femenino de Migración. Irasema D. (nombre ficticio) es una de ellas, y la experiencia que tuvo nunca la olvidará, pues sucede que fue retenida vestida de novia en un operativo de profilaxis social, justamente cuando se dirigía a casarse con un panameño. Esta colombiana, al ser tramitada en Migración, se detectó que solo le quedaba un día en Panamá, por lo que se le aguó la fiesta. Pero a lo interno de esas cuatro paredes del albergue hay anécdotas y vivencias memorables.

Ciria López tiene cinco años como Jefa del Albergue y a ella nadie le echa cuento de las cosas que suceden en el recinto, razón por la cual contó que en el caso de las trabajadoras de espectáculos, como se les llama hoy a las alternadoras, alegan estar avergonzadas de ser sorprendidas en esta actividad, y que lo hicieron por necesidad.

Por casos como el de Irasema D., muchas féminas se muestran agresivas o deprimidas, por lo que son atendidas por psiquiatras y psicólogas que logran estabilizarlas, no sin antes pasar por una revisión médica en un hospital donde se les practican, entre otras: pruebas de embarazos, exámenes de enfermedades de transmisión sexual y hasta del VIH

SIDA. De ser necesario se les compra el medicamento. "Velamos por sus derechos y buscamos que ellas se sientan como en casa y protegidas", enfatizó.

La funcionaria manifestó que para las fiestas de fin de año se realiza un convivio para celebrar la ocasión y hacer que ellas se sientan integradas. Sobre sus creencias religiosas y culturales son asistidas cada martes, miércoles y jueves por pastores evangélicos, sacerdotes católicos y musulmanes.

EN CIFRAS

El Servicio Nacional de Migración invierte en los albergues femeninos y masculinos 178 mil dólares anuales.

El femenino tiene capacidad para 35 damas, pero como su población es cambiante, ya culminaron las adecuaciones al recinto.