“En Panamá, la gente se muere más de infartos, derrames y complicaciones de la diabetes, la hipertensión y la obesidad que de cáncer, pero estas enfermedades crónicas pasan desapercibidas”, indica el Dr. Nelson Rodríguez, especialista en Medicina Familiar.
La obesidad no es más que un reflejo de un acúmulo de energía, es decir que se come más de lo que se gasta.
En los niños ocurren dos cosas a la vez. Al tiempo que están comiendo cada vez peor, se están moviendo menos, solo mueven los pulgares para jugar frente a un aparato. Montan menos bicicleta, juegan menos fútbol y otros deportes y en muchos casos, la propia inseguridad no les permite salir de la casa a jugar.
Eso genera un desbalance que lleva a la obesidad infantil que es la peor porque un niño gordito es difícil que baje de peso de adulto por los hábitos alimenticios y un patrón de vida que involucra comer mal y sedentarismo.