"El enfermo que hoy me preocupa soy yo."
Sigmund Freud
Los componentes y procesos de la sociedad que convierten a los individuos en seres apáticos, son semejantes a los que inscriben a los órganos del cuerpo en el partido de la pereza. Por ejemplo, cuando se suministra oxígeno de forma artificial a la sangre, los pulmones reducen su capacidad aeróbica.
Al reemplazar la responsabilidad individual por mecanismos colectivos, se anula la creatividad. ¿Será esto cierto? Por lo menos, en los bosques los nuevos plantones no crecen a la sombra de los grandes árboles. Deben buscar su propio espacio, pues sin luz suficiente perecerían; así que sólo hay nueva floresta en los suelos abandonados por el viejo boscaje. ¿Será que los humanos debemos desresponsabilizar a nuestros prójimos de lo que ocurra con nuestras vidas?
Pienso que la creatividad es esencial para la subsistencia y mucho más en la obtención de calidad de vida. Pero, ¿Se puede obligar a la gente a cuidar de sí mismos? Los ejemplos de autodestrucción abundan. Por ejemplo, no cabe duda sobre la relación que existe entre los accidentes automovilísticos fatales y el consumo de licor, y aún así tal práctica sigue siendo muy común en nuestra población.
Y un ciudadano de a pie como yo, que es usuario del transporte público mejor conocido como diablos rojos, es testigo de una actividad que parece un acto creativo que busca subsistencia y calidad de vida, pero que me deja un sabor opuesto en la boca. Me refiero a los buhoneros que abordan a los pasajeros en tránsito para venderles desde bolígrafos hasta chocolates. Pero, no sé, me parece que en verdad están vendiendo lástima. Sus discursos, generalmente, comienzan con una alusión a su estado de desempleo y a la necesidad que tienen de la colaboración de los viajantes. No recuerdo haber escuchado a nadie decirme: "Compra la mejor pastilla de menta del planeta, que es esta, que yo y nada más que yo, te estoy vendiendo".
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