El que debe estar asustado al punto que el corazón se le quiere salir del cuerpo es el actor australiano, Russell Crowe. Pues, luego de tirarle hace meses el teléfono en la cara a un conserje de un hotel en Nueva York, ese problema sigue en pie y más cachimbón.

La revista australiana, The Bulletin, publicó que los abogados del actor están tratando a toda costa de rebajar las acusaciones contra el famoso, ya que puede perder su derecho a trabajar en Estados Unidos y hasta ser condenado a 7 años de cárcel. Pero eso no es tan fácil, porque esa reducción de los cargos podrían crearle problemas con las autoridades estadounidenses de inmigración. Crowe, que tiene una historia de arranques de ira, dijo que está preparado para aceptar su destino, aunque esto lo tiene preocupado. "Si soy una amenaza internacional como el fiscal sugiere, bueno, está bien", dijo Crowe desde su casa en Sydney. "Simplemente, me quedo aquí", agregó.