Desamparados. Vestidos con sus atuendos tradicionales, Dorindo Carpintero y Teresa Jiménez, una pareja ngöbe, se lamentaban de lo "estrecha que se les ha puesto la vida" afuera del hospital Santo Tomás.
Sus rostros denotaban preocupación y tristeza, y no es para menos. Ellos, junto a su pequeña hija Yahaira Carpintero, de tres años, tienen un mes de estar en la capital. El motivo: la infante está recluida en el Hospital del Niño porque la tienen que operar del corazón.
Sin embargo, le faltan dos de las cuatro unidades de sangre O positivo que le solicitan. Dorindo no sabe qué hacer, "nadie me quiere donar una pinta de sangre, eso me tiene desesperado".
Pero su preocupación es alimentada por el hecho de que sus otros tres hijos están lejos de ellos: Abdiel, de 14 años, y Vielka, de 8 años, están en Munó, Chiriquí, donde viven; Abelsio Edilio, de 6 años, en Arraiján con otros parientes. Desde su partida, no se han podido comunicar con los dos primeros.
ANGUSTIADO
Mientras Teresa se queda en el hogar Tzanetatos, él cuida a Yahaira para poder tener dónde dormir; de lo contrario, "a veces me voy a regar la vida en la calle y me amparo de las migajas para comer".
Como ésta es la segunda vez que la niña está hospitalizada, debe como B/. 475.00. En esta oportunidad, no han evaluado los gastos.
Teresa sabe que sus hijos lloran por ella, pero "cómo voy a hacer, no puedo dejar a la más chiquitita sola", lamentó esta madre que, estando acá, se hizo un examen y le detectaron un problema en el corazón. "Yo soporto porque estoy cuidando a mi niña", dijo.
BENDICION
Dorindo no quería contar su historia. Accedió, y sin pensar, el fotógrafo de DIAaDIA le donó una pinta de sangre.
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