HISTORIAS
La lección

Redacción | DIAaDIA

En una ocasión, fui a colaborar en un proyecto de la universidad, que consistía en ayudar a mejorar una comunidad pobre. Cuando llegamos al lugar, íbamos con el firme propósito de dejar ahí algunas cosas y de ayudarles a mejorar su mentalidad.

Fue curioso cómo todos los niños nos seguían con gran entusiasmo y hasta nos confundían con sacerdotes o misioneros. "Misionero, cárgame", "misionero, regálame tu reloj", "misionero, dame tu playera" y un sinfín de peticiones.

Había un niño, quien se llamaba Robertito, que tenía una especial fijación para un grupo de nosotros y nos seguía para todos lados. Para el segundo día, nos tenía ya hartos de tantas peticiones que nos hacía. En la tarde, dejamos a la gente y le dijimos que los veríamos a las 5: 00 p.m. Robertito estuvo a las 4: 45 p.m., mientras comíamos postre y un amigo comía papas. Comenzó Robertito: "misionero, dame papas"... repetía una y otra vez, hasta que mi amigo, ya molesto, se las dio. Inmediatamente, Robertito las tomó y no se daba la vuelta para empezar a comer, cuando los demás niños ya lo habían rodeado para pedirle papas. Creí que Robertito iba a salir corriendo y no le daría a nadie. ¡Qué equivocado estaba¡ Empezó a dar las papas a todos, las entregó todas. No podíamos sentir otra cosa que admiración por ese pequeño de 6 años.

Nos acababa de dar la mayor lección de nuestra vida: él, que no está acostumbrado a tener, cuando por fin llega a poseer, también tiene el enorme corazón para entregarlo todo. Desde ese momento, nosotros éramos los que le seguíamos, y hasta cierto punto lo compensamos y le dimos más, porque sabíamos que no lo pedía para él.

Ciudad de Panamá 
Copyright © 1995-2006 DIAaDIA-EPASA. Todos los Derechos Reservados