Llena de vida. A sus 105 años, Vicenta Montilla, quien vive en la comunidad El Arado de Río Congo de La Chorrera, está más clarita que un chiquillo de 20 años.

Sentada en el sillón de su casa, la adulta mayor recordó que cuando estaba pequeña se alumbraban con lámparas de agarradero, las cuales funcionaban con querosín. También sabe que tiene cuatro hijos, más de 50 nietos, igual cantidad de bisnietos, tataranietos y tres chorros; es decir, los hijos de sus tataranietos.

Su nuera, Cecilia Delgado, de 85 años, es quien se encarga de cuidarla. Ella manifestó que a la abuela le gusta comer de todo. Por eso el pasado 30 de agosto, cuando cumplió los 105 años, mataron una vaca y compraron un enorme pastel. Estuvo tan buena la celebración que al preguntarle a la centenaria abuela, esta enfatizó que "la fiesta estuvo seria".

Sus familiares creen que la longevidad de Vicenta es producto del amor que le prodigan todos en casa, ya que cuando se encuentra enfermita, le cantan y juegan con ella.

Además, se acuestan con la abuela cuando no puede dormir y hasta la ponen a rezar. Es tan grande el amor que le tienen, que esperan que Dios la siga dejando entre ellos para disfrutar de toda la sabiduría que ha adquirido en su larga vida.