
Este es un tema que sigue inquietando a muchos estudiosos en diversos campos y con múltiples enfoques y es que el problema, lejos de haberse resuelto, conforme se le conoce se muestra más complicado y revela, sin lugar a dudas, la fascinante complejidad de la mente humana.
Son muchas las hipótesis que a la fecha intentan darnos una explicación del origen del trastorno por el cual muchos niños, a pesar de ser inteligentes, muestran bajo rendimiento en su aprendizaje.
Algunas explicaciones que colocan la problemática del bajo rendimiento escolar en las características personales del niño, se inician a mediados del siglo XX, cuando en 1947 Strauss y Lethinen consideraron que los niños no aprendían porque tenían un “daño cerebral mínimo”, con lo cual no los ayudaron a sentirse comprendidos y muchas veces lograron asustar a los padres, quienes se dedicaron a lamentarse y compadecer a su “pobre hijo”. Sin embargo, esta definición ya dejaba en claro que no se trataba de niños tontos o perezosos.
En 1966 el autor Clemens afirmó que no era posible detectar ningún daño, por lo que rebautizó las dificultades de estos niños como “una disfunción cerebral mínima”. Para todos los padres y maestros quedó igualmente confuso el problema: seguía sonando fatal.
Estas teorías organicistas, muy en boga en los años sesenta, consideraban que existe un daño cerebral o disfunción neurológica localizado en el hemisferio izquierdo (en las personas diestras), que es el área encargada de los procesos del lenguaje y la formación de conceptos.
Esta explicación, poco aceptada en nuestros días, se mantiene a pesar de todo porque algunos niños que presentan dificultades de aprendizaje tuvieron problemas perinatales, es decir, antes, durante y/o después del parto.
Otra explicación de las teorías en este campo es el factor genético, pues se ha visto que este tipo de problemas tiene mayor incidencia en ciertas familias y es común ver que los padres de estos niños recuerdan haber tenido dificultades semejantes.
Tenemos también teorías que hablan de desviaciones en el proceso de desarrollo, ya sea porque hay un retraso en la maduración, porque el niño haya presentado dificultades de coordinación o en los procesos de percepción, la integración de conceptos verbales o en la expresión del lenguaje, etcétera.
A últimas fechas, la teoría interrelacionista postula que los problemas emocionales intervienen en buena medida y por lo tanto, se requiere que el abordaje sea integral: cognitivo, afectivo y académico, debido a que la problemática emocional es una veta de resistencia al aprendizaje muy seria y al tratarse de un pequeño con bajo rendimiento escolar, es probable que tenga problemas emocionales.
Generalmente nos encontramos con niños que tienen ambas problemáticas, aunque no se sabe qué fue primero: si el problema emocional y luego el bajo rendimiento o viceversa.
Necesidades
El aprendizaje en la escuela requiere que los estudiantes presten atención,observen, memoricen, entiendan, establezcan metas y asuman la responsabilidad de su propio aprendizaje.
Los maestros deben ayudar a los estudiantes a ser activos y a orientar sus metas al construir sobre su deseo natural de explorar, entender cosas nuevas y dominarlas.
Conclusiones
Con estas explicaciones, podemos concluir que el bajo rendimiento escolar amerita que cada caso deba estudiarse en su contexto e historia personal para poder establecer un buen diagnóstico efectuado por un equipo interdisciplinario y desde luego, ofrecer a cada pequeño la solución adecuada.
Lo que sí queda muy claro es la complejidad de todos y cada uno de los factores que intervienen en el aprendizaje y que precisamente por ser algo cotidiano y natural, no nos percatamos de lo maravilloso que es el proceso de aprendizaje de los niños que sí aprenden.