Es parte de nuestra herencia


Redacción -

La respuesta se encuentra en los genes: a los humanos nos gusta el sabor de lo dulce.

Históricamente el sabor dulce se asocia con comidas saludables, mientras que los sabores amargos se relacionan con comidas tóxicas. Nuestros antepasados solo podían distinguir entre un alimento y un veneno dependiendo de si este era dulce o amargo y así se acostumbraron a preferir las cosas dulces.