
Se refiere a la falta de contacto entre los dientes de arriba y los dientes de abajo, mientras que las muelas sí logran tocarse.
Se refiere a la falta de contacto entre los dientes de arriba y los dientes de abajo, mientras que las muelas sí logran tocarse.
Se refiere a la falta de contacto entre los dientes de arriba y los dientes de abajo, mientras que las muelas sí logran tocarse.
Se refiere a la falta de contacto entre los dientes de arriba y los dientes de abajo, mientras que las muelas sí logran tocarse.
Se refiere a la falta de contacto entre los dientes de arriba y los dientes de abajo, mientras que las muelas sí logran tocarse.
Chuparse los dedos, succionar los labios, el uso de la mamadera o del chupón son algunas costumbres que pueden perjudicar la mordida de los niños.
La posición de los dientes dentro de la arcada dentaria puede verse modificada por factores externos como los hábitos. Trataremos los más comunes que son la succión de dedo, succión de labios, hábito de lengua, mamadera y chupón.
Las alteraciones o deformaciones que cause un hábito dependerá primero de la intensidad con que se dé; hay veces que cuando el niño está chupando, prácticamente podemos oír la fuerza con que succiona. Dependerá también de la duración o del tiempo que lo haga; si lo hace de día, sólo a ratitos, o para dormir, o si lo hace prácticamente las 24 horas del día. La alteración obviamente será mas grave con mayor intensidad y duración.
También dependerá del objeto que se chupe, de cómo lo chupe y de qué otras mañas tenga mientras ejerza el hábito. En el caso de los dedos, generalmente se chupan el pulgar, pero hay quienes cuando se chupan el pulgar apoyan el dedo índice sobre el dorso de la nariz deformándola. Obviamente la posición del dedo hacia el frente o hacia los lados influirá en la deformación.
Los hábitos de dedo, mamadera y chupón causan problemas en la región anterior del maxilar, pues ocupan esa parte, así que la mayor deformación la veremos en el perfil del niño.
Se considera normal que el niño chupe hasta los 2 ½ - 3 años, pero si la intensidad y duración de la succión es mucha, puede causar daños a la dentición en ese tiempo.
Por eso es importante interceptar temprano esos hábitos, llevando su niño a la consulta con el odontólogo.