“Mo” sofoca a los Mellizos con el 602


Rogelio Adonican - DIAaDIA

Cuando Mariano Rivera firmó por 1500 dólares en 1990 con los Yanquis de Nueva York, era casi impensable que este chico, nacido en Puerto Caimito, iba a llegar tan lejos.

Rivera talló ayer su nombre para la posteridad del béisbol de las Grandes Ligas, al sumar su salvamento número 602 de su carrera con los “Bombarderos del Bronx” y convertirse en amo, dueño y señor de este departamento.

Rivera, quien había dicho en días anteriores que son meros números, se mostró contento, con una sonrisa de oreja a oreja, que denotaba nada más que tranquilidad por el deber cumplido.

Como una mera casualidad y cosas del destino, los Yanquis de Nueva York perdieron el choque del domingo, contra los Azulejos de Toronto, dejando todo servido para que el panameño compartiera su grandeza con las personas que lo han llevado a ser una superestrella. Y paralelo a esto, Mariano cumplió su sueño de salvar el 602 en Nueva York.

El juego. Los Yanquis cabalgaban fácil en la cuarta entrada, 5 carreras por 1. Con esta ventaja, el nacional no trabajaría ayer y tendría que esperar la serie que arrancaba hoy, contra los Rays de Tampa Bay.

Pero, como dice el dicho, “cuando es para ti, es para ti y nadie te lo quita”. En el quinto episodio, las cosas giraron de manera extraordinaria, cuando los Mellizos de Minnesota anotaron y ponen el partido 5 carreras por 4. La tarde apacible en Nueva York se estaba convirtiendo en una tarde oscura y llena de incertidumbres.

El destino seguía jugando con la tarde del panameño, porque los Yanquis anotan una carrera más, dejando el marcador 6 por 4, en el sexto episodio. Ya se entraba en terreno de Mariano Rivera, con esa ventaja de dos carreras, Joe Girardi sacó el libro ganador y siguió el patrón que le ha dado resultado este año.

En el séptimo tramo, envió al montículo a Rafael Soriano, quien con sangre fría, retiró a los tres bateadores que se enfrentó. El “Expreso de Puerto Caimito” comenzaba a hacer sus estiramientos en el bullpen, esperando que el teléfono sonará con la señal de que tendría trabajo.

En el octavo episodio, Girardi envió a la loma de los sustos a David Robertson, quien se ha convertido en el “setup” de Mariano. Con Robertson en el círculo de los disparos, Rivera ya calentaba, era inminente la entrada del “Expreso de Puerto Caimito” a cerrar la puerta número 602 de su carrera.

Robertson cumplió, sacó el octavo, y los Yanquis tampoco anotaron en la parte baja de esa entrada.

Y llegó el noveno. Las paredes del “Coloso del Bronx” retumbaban con el el tema de Metallica “Enter The Sandman”. De pronto se abrían las puertas del bullpen, ubicado entre el jardín central y derecho, y la estridencia del solo de guitarra de Kirk Hammet le daba la bienvenida al juego a Mariano Rivera.

Trevor Plouffe era la primera víctima de Rivera. Plouffe fue dominado por un “cutter” a 92 millas por hora, roleteando a segunda base. Con un out, el próximo en pasar a ser una estadística de Rivera era Michael Cuddyer, quien con un “cutter” a 91 millas por hora, fue retirado en elevado al jardín derecho.

Solo un out separaba a Mariano de ser el mayor cerrador de la historia. Frío como el hielo, Rivera utilizó tres “cutters” para eliminar a Chris Parmelee y así salvar su partido 602 de su carrera.

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