CUIDA TU MASCOTA

El glaucoma se define como un síndrome ocasionado por el aumento de la presión intraocular, manifestándose por signos físicos que afectan al segmento anterior y posterior, el efecto más importante y precoz tiene lugar sobre el nervio óptico, que altera su función por la compresión ocasionada y conduce a una pérdida de la visión.

Esta es una enfermedad crónica que a menudo involucra a diferentes células neuronales en la retina, es compleja y difícil de controlar terapéuticamente. En el ojo glaucomatoso, las células ganglionares mueren gradualmente, lo que lleva a la pérdida irreversible del campo visual y, eventualmente, a la ceguera.

En la aparición del glaucoma en el perro hay una zona ocular de gran importancia. Es el ángulo irido-corneal, que, según su forma, abierto, estrecho o cerrado favorecerá la presentación del glaucoma. Así, entre las razas más predispuestas a padecer glaucoma se encuentran todos los nórdicos; es decir, Siberian Husky, Alaskan Malamute, Samoyedo y Akita Inu, todas ellas con el ángulo irido-corneal entre estrecho y cerrado. Aun así, debemos decir que cualquier linaje de perro es susceptible de padecer un glaucoma en algún momento de su vida, aunque haya unas razas más predispuestas que otras.

El glaucoma a menudo se presenta reservado para la visión y para la conservación de la misma, se requiere una terapia agresiva, la cual puede ser médica o quirúrgica, y en muchos casos se necesita una combinación de ambas.

El objetivo del tratamiento es mantener la visión y evitar el dolor, mediante el drenaje del humor acuoso, contrariamente, la disminución del humor acuoso y el retraso de la aparición del glaucoma en el otro ojo.

Hemos visto, por tanto, que el proceso de glaucoma puede llegar a ser muy serio, por lo que es fundamental acudir al veterinario siempre que observemos cualquier anomalía en la visión o en la zona ocular del perro.