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Ex mara encontró nueva vida

Didier Hernán Gil | DIAaDIA

(Última de dos entregas)

Tiró puños y puntapié contra los pastores y hermanos antes de entrar a la iglesia en Panamá.

Noreste, nombre ficticio de un salvadoreño, ex miembro de la Mara 18 de Los Ángeles, California, ahora reside en Panamá, y compartió su experiencia con DIAaDIA. Él reconoció que vino para matar a su padre, pero Dios tocó vida.

Recordó que al llegar a este país, su progenitor se congregaba en una iglesia evangélica; sin embargo, eso no lo hizo cambiar sus intenciones.

"No creía en Dios. Me preguntaba si existía Dios, ¿por qué había permitido tantas cosas en mi vida"?. Su padre, al buscar en él un cambio, lo invitó a la iglesia, pero no fue hasta después de dos meses que empezó a asistir, casi a "regañadientes".

Tras estar siete años de manera ilegal en Panamá, decidió casarse hace cuatro años y ya tiene un hijo. Esto le ayudó a mejorar su estatus en el país, pero aún se mantiene renovando contratos laborales cada tres meses. "No tenía interés en mis papeles, porque no los necesitaba, trabajaba de "camarones", dijo.

Actualmente, labora en un "call center" y dirige un grupo de adolescentes en el templo La Hermosa del Evangelio Cuadrangular.

Su hermano, que vino desde El Salvador a matarlo, amenazado por la mara Salvatrucha, también escogió el mismo camino y se considera un "cristiano", por lo que se dedica a las labores de evangelización en Centroamérica.

No obstante, Noreste reconoce que no puede bajar la guardia de su seguridad, ya que se ha enterado de ex maras, que son cristianos, pero que fueron ultimados en sus iglesias por una simple confusión.

"El estar dentro de una iglesia no significa que mi vida no esté en riesgo", alegó.

Sobre su convivencia en la comunidad donde reside, Noreste manifestó que la mayoría de sus vecinos saben que él perteneció a la Mara 18, pero que ahora trabaja con la iglesia, donde ofrece consejos espirituales a ex presidiarios y jóvenes que atraviesan situaciones familiares difíciles.

"Estando a cargo de adolescentes les hablo de mi testimonio y les hago ver que hay esperanzas. Si Dios ha hecho cosas grande en mí, también lo puede hacer por ellos", expresó.

DIAaDIA tuvo la oportunidad de asistir a una de las reuniones que preside Noreste y la percepción que tienen los muchachos es que ellos también quieren un cambio en sus vidas y tienen la fe de que su relación familiar mejorará. No obstante, reconoce que vivir en este estado es crítico y no dejan de clamar a Dios para no caer en las garras de la violencia como le pasó a Noreste.





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