Llegar no sólo a los niños que trabajan dentro de las fincas cafetaleras, sino a todos aquellos que realizan labores agrícolas en el resto del país, es el objetivo de Casa Esperanza y las entidades involucradas en la lucha contra el trabajo infantil.
Esto es así porque hoy el problema social que se genera por este fenómeno, ha trascendido a otras áreas productoras.
Roxana Méndez, directora de Casa Esperanza, indicó que en sectores como Coclé, Santiago y algunas zonas del país, se dan situaciones parecidas con diferentes rubros, y esto ha ido aumentando.
Dijo que inicialmente fueron las fincas cafetaleras en Chiriquí, en donde se instalaron los centros de atención educativa en las mismas zonas de trabajo, para que los menores se integraran a los labores junto con sus padres.
Expresó que es un trabajo de prevención, que en esta primera región ha permitido resultados significativos al haber logrado una adecuada integración de los niños y los padres en estos programas que incentivan un cambio de actitud, especialmente en estos últimos, cuyas costumbres son muy arraigadas.
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