Rusia, que acaba de conmemorar un año de la tragedia de Beslán, asiste atónita a un escándalo relacionado con el curandero y sectario Grigori Grabovóy, que dice ser Jesucristo resucitado y que promete a las desconsoladas madres resucitar a sus hijos muertos, durante aquel ataque terrorista, a cambio de mil euros.
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