Un ebrio en un automóvil se pasó una luz roja y causó un accidente entre seis autos en la calle 109. La escena era dantesca.

Una madre atrapada dentro de su auto, gritaba: "¡Oh, Dios, por favor, salva a mis niños!" Ella trataba de liberar sus manos atrapadas, pero el metal torcido la mantuvo cautiva.

Sus gemelos no se veían por ningún lado; ella no los escuchaba llorar. "¡Oh Dios, no los dejes morir!". Luego los bomberos llegaron y la liberaron, pero no encontraron niños. Ellos pensaron que la mujer estaba loca. No obstante, un policía le dijo a los bomberos que los niños estaban en su auto. y agregó que los niños le dijeron que su padre los había colocado allí, les dio una paleta y les enfatizó que esperaran a su madre allí.

Aunque el policía buscó al padre no vio nada. La madre abrazó a los gemelos y dijo, mientras se limpiaba las lágrimas: "Él no pudo haber dejado el área, ya que el murió hace un año". Los niños le dijeron a la madre que su papi les dijo que le dieran un beso por él. Contaron que le pidieron a papá que se quedara, que lo extrañaban, pero les respondió que tenía que irse.

Fue entonces cuando la madre recordó que las últimas palabras del padre de los gemelos fue: "Yo los cuidaré".

Los bomberos no pudieron explicar que madre e hijos no tenían ni un rasguño, pese a que el auto quedó inservible. El reporte de la Policía decía en letras muy pequeñas: Un Ángel salvó la noche en la Autopista 109... Ves cómo Dios actúa.