Los principales enemigos de un libro son el tiempo y la humedad. Además, suelen ser verdaderos acumuladores de polvo, aunque este problema se resuelve al usar un plumero o un aspirador pequeño. Quite el polvo de sus libros por lo menos una vez al año, limpiando también los estantes.
El aguarrás suavemente extendido sobre las cubiertas de un libro, lo protegerán de los insectos y sus larvas, pero aplíquelo con cuidado.
No dé golpes con un libro a otro para quitarles el polvo, dañará la encuadernación.
Coloque juntos los libros de igual tamaño para que se den apoyo los unos con los otros. Los libros muy grandes, especialmente los antiguos, conviene dejarlos echados horizontalmente sobre la estantería para que no se estropeen por su propio peso.
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