Las escenas eran aterradoras. (Foto: : AGUSTÍN JOSÉ HERRERA)
Didier Hernán Gil
| DIAaDIA
Tenían un secreto bien guardado. El mayor Rodrigo Luis Baruco fue el único "camisa roja" que resultó herido durante la invasión de los Estados Unidos a Panamá en 1989. A él le tocó estar en la Oficina de Seguridad al momento de los primeros bombardeos en el barrio de El Chorrillo. "No hubo ni alarma, solo vimos que el cielo se iluminó producto de las llamas", empezó a relatar.
Baruco en ese momento tenía el rango de capitán y fue uno de los que le tocó informar a las altas autoridades de los bomberos sobre esta situación que acontecía. Con propiedad afirmó que siendo el Cuerpo de Bomberos la institución más vieja, pues data de 1887, al menos debe merecer respeto por las labores que realizaron en este momento crucial. Puso de ejemplo que mientras estaba el bombardeo a ellos le tocó atender los incendios, ayudaron a trasladar heridos, quedaron dirigiendo el tránsito en la ciudad capital y luego de mediar con el equipo represor, terminaron recogiendo los muertos o parte de ellos en enormes bolsas.
Sí, Baruco junto a una delegación de bomberos llegaron hasta Calle 21 de El Chorrillo para negociar con el Ejército invasor y prestar sus servicios, pero no se lo permitieron. En este tramo, dijo que logró ver a las personas corriendo desnudas desesperadas por la calle, otras hasta dejaban a los niños atrás...
Baruco resultó herido específicamente el 22 de diciembre en los hangares que estaban ubicados donde hoy está la sede de la Policía Nacional. Allí quedaba el Departamento de Tránsito de las desaparecidas Fuerzas de Defensa.
Manifestó que en vista de que los carros de extinción de incendios y los de la Oficina de Seguridad se estaban quedando sin combustible se empezó a gestionar con el mandatario de turno una respuesta a esta problemática. Al llegar al sitio mencionado, de uno de los hangares empezaron a disparar, en este enfrentamiento armado hubo heridos y más muertos. El mayor Baruco recuerda que todos los que estaban a su alrededor quedaron "pecho a tierra" y se salvaron que unas plantas de papo le cubrían un poco, pero detrás de él había una pared donde rebotaban las esquirlas metálicas, de las cuales varias de ellas se alojaron en su pierna derecha.
"Nosotros estábamos bien cubiertos con el casco y el uniforme de bomberos, pero las esquirlas me hicieron una mala jugada", mencionó. Esta situación lo llevó a que lo internaran en el Hospital Gorgas, donde admite que fue bien atendido y hasta tuvo la visita de los vicepresidentes de la República. Luego le dieron de alta, y continuó ayudando a sus compañeros de batalla.
Baruco en su relato hizo énfasis en que a raíz de la escasez de combustible también se presentó la situación de la falta de alimentos, razón por la cual no bastó con que se abriera, por gestión de los bomberos, el Gago de Vía Brasil, sino que la desesperación se apoderó de la ciudadanía y empezaron los saqueos y aunado a esto los incendios. También, dijo que mientras esto ocurría, en los comercios que permanecían cerrados llegaban los denominados "batalloneros" e irrumpían violentamente.
"La gente primero hacía sus largas colas, pero cuando empezó el saqueo, vi a gente de todas las clases sociales robando", manifestó.
Este funcionario recuerda que el 25 de diciembre fue cuando se logró controlar los incendios, y el 29, bajó un poco la tensión de las cosas que pasaban en la capital. "Eso fue un trabajo muy grande que no se lo deseo más nunca a mi bello país", recordó.
Después de 20 años, todas estas vivencias, reportes, fotos, fueron compiladas en lo que hoy es un libro de dos tomos denominados: "Informe de incendios. Caso 20 de Diciembre de 1989". Por órdenes del desaparecido comandante primer jefe del Cuerpo de Bomberos, Guillermo Leblanck, se autorizó que toda esta información fuera empastada y conservada, pero que fuera 20 años después que se revelara a la ciudadanía.
Vale la pena mencionar que estos tomos han permanecido bajo la custodia del mayor Rodrigo Luis Baruco, el capitán David Mclughlin y José Aguilar III, y aunque estaban en una pequeña biblioteca de la Oficina de Seguridad, la estrategia del mayor Leblanck funcionó, ya que su voluntad era que esta información permaneciera para la posteridad. El nombre que le pusieron fue para no levantar sospechas y que no fuera hurtado de las instalaciones bomberiles.
Con mucha emoción relatando toda estas vivencias a DIAaDIA, el mayor Baruco reveló como quien dice: "Con la satisfacción del deber cumplido".
Sobre este informe de incendios y de los casos que se atendieron para la invasión de 1989 está enterado Guillermo Endara, quien en ese momento era el mandatario del país. También tenían referencia los familiares del mayor Leblanck, a quienes se les entregaron filmaciones de esos momentos, aunque se desconocen si aún existen.
Por toda la experiencia relatada, Baruco concluyó que esta entidad merece respeto y considera que no deberían pasar por las vicisitudes que atraviesan. "A veces nosotros nos reímos cuando escuchamos que en otras instituciones se dan golpes de pecho". Otras unidades de la Oficina de Seguridad del Cuerpo de Bomberos manifestaron que la invasión de 1989 fue una prueba más, pero no fue la primera vez que las unidades bomberiles se han destacado, pues ya lo habían hecho durante la Guerra de los Mil Días.
Desde hace 45 años, Baruco forma parte del Cuerpo de Bomberos, los cuales los cumplió el pasado 14 de agosto. Los primeros 25 años fueron como voluntario. Por su recorrido, no duda en que antes de jubilarse, en los próximos meses, se le haga un reconocimiento por su labor a finales de diciembre de 1989. No por gusto le llaman: "la historia viviente".
¿CAUSA JUSTA?
La Invasión a Panamá fue por el Ejército de los Estados Unidos el 20 de diciembre de 1989. La justificación era capturar al general Manuel Antonio Noriega, comandante en Jefe de las extintas Fuerzas de Defensa, quien era requerido por el delito de narcotráfico. El operativo fue denominado Operation Just Cause (Operación Causa Justa) por el comando militar estadounidense.