
“Misión cumplida! Se hizo historia una vez más. Gracias Panamá”, fueron las palabras del nadador colonense César Barría, luego de lograr su hazaña de cruzar a nado el Canal de Santa Bárbara, ayer en el Océano Pacífico, de Estados Unidos.
El basquetbolista que un día sufrió una amputación arriba de su pierna derecha, producto de un accidente automovilístico en el 2003, volvió a ser historia, tras convertirse en la primera persona con discapacidad en cumplir con esta travesía.
El recorrido comprendía una distancia de 20 kilómetros desde la isla de Anacapa hasta Oxnard, California, en tierra firme.
Una vez preparado, César se lanzó a las frías aguas, y dio su primera brazada a eso de las 7:00 a.m. y culminó alrededor de las 3:00 p.m., registrando así, un tiempo de 8 horas con 13 minutos.
El inmenso mar a sus ojos no encontraba fin, sus brazos no paraban de moverse ante las olas, sacaba la cabeza en ocasiones para tomar un poco de aire, pero nunca se detuvo, porque su mente y corazón estaban entrelazados en un solo objetivo: llegar a tierra firme.
El que cruzó el estrecho de Gibraltar, el 21 de septiembre de 2008, tuvo un nado rítmico; en su faena fue escoltado durante todo su recorrido por familiares, médicos y amigos, que desde un bote le gritaban Ánimo, César. Vamos, fuerza! palabras, que al parecer, despertaban cierto espíritu en Barría, ya que cuando las escuchaba le inyectaban algún grado de energía a sus movimientos.
El apoyo familiar fue incondicional, y quedó demostrado cuando su hermana Nuris Barría se lanzó al mar sin pensarlo y empezó a nadar en las aguas abiertas junto a su hermano.
El peligro no faltó
A los 12 kilómetros, César ya había pasado la zona de las corrientes marinas, pero de un momento a otro, se vio rodeado de grandes leones marinos, los cuales no interrumpieron el paso del nadador panameño.
Otro gran riesgo del lugar eran los tiburones, pero Barría se preparó con dos dispositivos llamados “Shark Shield”, que creaban una barrera de 6 pies contra estos cazadores marinos.
Luego de una incesante labor, el tritón divisó tierra en la lejanía, su entusiasmo era notorio, el sueño estaba por hacerse realidad.
Y así fue, poco a poco el colonense llegó a la orilla del interminable mar, envuelto en cansancio, pero con una inmensa sonrisa dibujada en su rostro, que mostraba su satisfacción por haber cumplido otra grandiosa hazaña, por él y por Panamá.