Una muerte anunciada
Analibia, hermana mayor de Flor, sumida en la tristeza, recordaba a su hermana.

Georgina Damián | DIAaDIA

Fue al supermercado y no regresó más a su casa. La última vez que sus familiares vieron a Flor María Moreno, de 22 años, fue el sábado 18 de septiembre.

Sin embargo, este viernes las autoridades hallaron su cuerpo tirado entre matorrales en el antiguo campo Russeau, en Cocolí, con múltiples heridas en el cuello, brazos, piernas y en la espalda.

Según su hermana, Analibia Rivas Moreno, ella había salido con su marido ese día y no volvieron a verla. Hoy culpan del cruel crimen a Cristian Santana, concubino de Flor, porque, al parecer, era un hombre muy violento. Contó que antes de este homicidio, él le pegaba y una vez en una actividad le reventó una botella en la cabeza. "Hasta le decía que la iba a matar", dijo otra de sus hermanas. Agregaron que "después que cometía la violencia le suplicaba que lo perdonara, ya que cambiaría". Sus familiares están consternados con la muerte de esta joven madre, que deja en la orfandad a una niña de 6 meses y a un niño de 4 años. Hoy la recuerdan como una muchacha tranquila, a quien le gustaba estar siempre arreglada y salir a pasear con sus hijos. Según Analibia, la mamá de Cristian también es cómplice, porque se dieron cuenta de que él la llamó diciéndole que se había metido en un problema, y ella aún no lo ha entregado.

July, como le decían de cariño, vivía en el sector C de Colombia, en Viejo Veranillo. Rubén Feuilebois, inspector de la Dirección de Homicidios, aunque no quiso relacionar directamente al cónyuge de la joven con el homicidio, dijo que se mantiene como sospechoso. La necropsia descartó que estuviera embarazada. Se maneja la tesis de que Flor fue asesinada en otro lugar y luego lanzada en el área de Cocolí, como lo dijeron algunos testigos.

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