Sus vidas se han paralizado. En el sector Este, unos esperan la ayuda; otros quieren la reubicación de sus viviendas afectadas por las inundaciones. A orillas del río Cabra, en la comunidad de Llano de Jesús, donde está ubicada su casa, Zelmira Escobar, junto a su esposo Eduardo, con lágrimas en los ojos, recuerdan la terrible pesadilla que para ellos todavía no ha terminado.

Con sobresaltos se despierta todas las madrugadas, pensando que el río nuevamente está embravecido.

Pero en Nueva Esperanza, sector 1, El Bajo, el panorama no es muy distinto, pues los niños no han asistido a la escuela por falta de útiles escolares y uniformes.

Martín Salazar, su familia y un grupo de más de 20 moradores se sienten engañados, porque aún no han recibido los enseres que les prometieron, aunque conservan la boleta color celeste que necesitan para retirarlos.

Los que trabajan salen a diario de sus casas con el Cristo en las manos y los demás se quedan a cuidar lo que no tienen, con la esperanza de recibir ayuda alguna.