Su oficio es darle vida a los muebles viejos. Una herradura en la puerta de su negocio le promete prosperidad a Antonio Silverio, quien por más de 20 años se ha dedicado a la restauración y fabricación de piezas de mimbre y ratán.
Pero no está solo en el mercado, lo acompañan otros ocho artesanos, que enfilados en frente de la popular "Casa de Mimbre" en Calidonia, se ganan la vida. Sólo los separan láminas de madera, indicando la demarcación de su territorio y para que los clientes no se equivoquen de sitio.
Antonio cuenta que, además, hace barniz y laqueado a las piezas; pero recuerda que sus mejores técnicas las aprendió de un veterano del mimbre, arte que le enseñó en el mismo lugar y donde él también tenía su negocio.
Afanoso con el sol de mediodía, corta y ensambla cada pedazo de mimbre para restaurar una vieja y para muchos, inservible silla, que empieza a cobrar vida, después de pasar por sus manos. Una silla de hace 20 años que con su trabajo durará unos 8 más.
"Hay personas que no los quieren reparar, sino que los venden", es donde les saco provecho, porque una vez restaurados quedan como nuevos; los vendo a buen precio. ¿El motivo? Bueno, en el mercado una pieza de estas nuevas está bien valorada, máxime porque es importada.
Para ganar clientes, trata de hacer el mejor trabajo, ser puntual y que nadie tenga reclamos. "La mayoría de la gente quiere un buen precio y poco se fija en la calidad del acabado", dijo .
Antonio sigue adelante porque sabe que siempre alguien necesita de sus servicios.
PRECIOS
Las restauraciones completas pueden costar entre 75 a 300 dólares, dependiendo de la cantidad de piezas y el tamaño.
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