Casi no vive para contarlo. Manuel Antonio Ortega Herrera caminaba por el balcón de la casa 1223, de la calle B, en Santa Ana, donde reside; de pronto, las tablas se quebraron, cayó y se fracturó varias costillas.
Según testigos, Manuel, quien es guardia de seguridad, no pudo evitar caerse, pues intentó asirse de otras tablas y no lo logró, por lo que se fue al vacío con todo y balcón.
Muchos de los inmuebles de ese sector de la capital son de madera y, por su antigüedad, se han convertido en un peligro para sus residentes, quienes se resisten a abandonarlos.
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