Sólo le faltan las alas y fácilmente sería confundida con un ángel. Graciela Guillén ha entregado su vida entera al cuidado y aprendizaje de niños sordo-mudos.
Siendo profesora en la Escuela Nacional de Sordos del IPHE, explica Graciela que además atiende niños con sordo-ceguera hasta los 18 años, pues asegura que esta bella labor la realiza de corazón y cuando se le hace un bien a otra persona no interesa la edad, sólo las ganas de enseñar y brindar afecto.
Para esta elegante dama, la enseñanza hacia estos pequeños es muy interesante, porque aunque la gente a veces no lo crea, los niños con estas dificultades son mucho más atentos, perceptivos y más inteligentes. Esto les permite comunicarse fácilmente por medio del lenguaje corporal, y es que para Graciela, la edad y las ganas de salir a flote no interesan, pues a la escuelita llegan los padres de familia, que muchas veces no ven esperanzas de que su niño salga adelante, pero justamente en ese radica su trabajo: en orientar a los padres y sacar a flote a sus angelitos.
Pese a las múltiples necesidades que asegura Graciela existen dentro de la institución, para sufragar la enorme demanda de aparatos que sirvan para estimular a los más de 40 niños que están bajo su tutela, asegura que nunca ha dejado de procurar que les falte lo esencial como el cariño desmedido que se le debe entregar a un bebé, ni mucho menos a estos ángeles que necesitan tanto de estimulación temprana, necesaria para su comunicación.
Feliz y muy complacida con su trabajo, explica la "profe" que se siente cuando ve a uno de sus ex-alumnos realizarse en cualquier aspecto de la vida; de igual manera piensa su hija de 10 años de edad, que gracias a la hermosa labor que realiza su madre también ha sabido comprender lo necesario que es tratar a estas personas con debido respeto y aprecio.
DEDICADA...
Desde hace seis años, lleva realizando esta labor, pues tiene tres títulos universitarios.
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