¿Quién diría que una simple obra de teatro representaría la futura realidad del Centro Universitario San Felipe?
Sebastián Aguilar, ex residente de este centro, contó que la última actividad en la que él participó cuando vivía en el albergue fue una obra de teatro en la que hizo el papel de un egresado a quien no le importaba si cerraba este centro por las condiciones económicas en que se encontraba.
Desde ese entonces, Sebastián y varios de sus compañeros siempre tuvieron el temor de que este centro desapareciera. Ahora, Sebastián mantiene este pensamiento presente, porque sabe que el cierre del centro afectó los deseos de superación de muchos jóvenes interioranos que tuvieron que regresarse a sus provincias de procedencia.
Actualmente, Sebastián hace lo contario a su papel protagónico de la obra, ya que trata de mantener comunicación con los cusfianos, como se les llama a todos los jóvenes que pasaron por el Centro Universitario San Felipe. Su deseo es abrir un nuevo albergue en la ciudad capital para jóvenes universitarios que quieran estudiar las nuevas carreras que ofrece la Universidad de Panamá.
¿COMO SURGIó?
El sacerdote Bernardo Van-Quathem inició el dormitorio universitario hospedando a dos estudiantes que venían de la provincia de Coclé. Esto fue en 1975, en Calle Cuarta, en la iglesia de San Felipe de Neri, cuando dio aposento a Manuel Pinzón y Ricardo Fernández.
Van-Quathem narró que la iglesia le había asignado realizar un programa con jóvenes, y fue cuando surgió el deseo de construir este centro juvenil, que luego dio albergue a otros tres estudiantes varones. Después, la sede del centro fue el edificio contiguo a la iglesia de San Francisco de Asís. En el edificio de la iglesia San Felipe de Neri se dio hospedaje a las jóvenes universitarias. Hoy funciona allí la Fundación San Felipe.
SU FUSION
Luego de dos años, monseñor Marcos Gregorio McGrath dio el permiso para que el centro fuera mixto. Eso atrajo a muchos estudiantes del interior, pues tenían la esperanza de contar con un lugar donde alojarse a un costo accesible.
Cada año se recibía a más de 90 jóvenes. Este lugar contaba con dos pisos: la planta baja, que era el dormitorio para los varones, y la planta alta para las mujeres. Para mantener el aseo y las costumbres católicas, los estudiantes trabajaban por medio de comisiones, se dividían las labores como en cualquiera casa, y se asignaban las oraciones a cada individuo para dar gracias a Dios.
A PRECIO MODICO
Al principio, cada estudiante del centro pagaba un alquiler de B/.20.00, después fue de B/.30.00 mensuales.
Dentro del lugar, ellos contaban con la oportunidad de adquirir un plato de comida, en el desayuno, en el almuerzo y en la cena al módico precio de un balboa las tres tandas.
Para entrar al Centro Universitario San Felipe, había ciertos requisitos y normas a seguir, como por ejemplo: el estudiante tenía que venir del interior del país, además, debía seguir ciertas costumbres (como ir a la misa). A partir de las 10: 00 p.m. no se podía estar por las áreas comunes del albergue; debía atender la recepción y el kiosco, y si tenía que estudiar de noche, tenía que ser en la biblioteca.
La última directora del Centro Universitario de San Felipe fue Octavisa Vásquez, quien comunicó que por lo deteriorada que estaba la infraestructura de este centro, tuvo que cerrar en el 2000, pero no se puede dudar que fue una experiencia sorprendente, en la que se convivía en hermandad. "Para mí, fue una experiencia interesante, de mucha inquietud y conflicto", dijo.
CUSFIANOS
Algunos ex residentes del Centro Universitario recordaron que en momentos en que el hambre apretaba, los estudiantes recolectaban dinero para comprar pan, mantequilla y algún refresco. "Jamás olvidaremos a la panadería Lucianito. Lo más bonito es que se sentía la hermandad entre todos los que vivían ahí", dijo uno de ellos.
Los jóvenes que vivieron en este centro eran en su mayoría católicos y de familias de escasos recursos económicos, que con el sacrificio de sus padres lograban venir a un lugar extraño, pero con la sorpresa de que estaban rodeados del cariño de otros jóvenes que tenían los deseos de estudiar y convertirse en profesionales.
HISTORIA
El 1 de agosto de 1918, la Notaría Segunda de Circuito de Panamá cedió el usufructo a la Orden de los Caballeros del Sagrado Corazón de Jesús, el uso de un lote de playa con una superficie de 3 mil m2. Más tarde, esta orden arrendó a la Organización para la Enseñanza Católica el uso de este terreno, por la suma de un balboa por año, en un periodo de concesión de cien años. Este alquiler terminaría en el 2018. Posteriormente, se construyó un edificio de concreto con una superficie de 1800 m2.
El edificio del antiguo Colegio Javier data de 1914 y fue utilizado como sede de ese plantel hasta 1956. Luego, se utilizó para servicios encaminados a la educación nacional. Este local fue comprado por la Arquidiócesis de Panamá y de ahí se utilizó como dormitorio, como es el caso del Centro Universitario San Felipe, que funcionó por 25 años.
Desde el 2004, se prevé que la edificación en donde está ubicado el Centro Universitario forme parte del Patrimonio Histórico que representa el Casco Antiguo de la Ciudad. Luego de esto, la Cancillería mantuvo negociaciones con la Arquidiócesis y se discutían los siguientes puntos: si se dejaba terminar la concesión de cien años, porque faltaban 12, o se donaba la infraestructura a la Cancillería, con la condición de que restaurara la iglesia de San Francisco de Asís y recibir algunos edificios en el área revertida.
CANCILLERIA
Este año, la Iglesia Católica entregó formalmente al Ministerio de Relaciones Exteriores las antiguas instalaciones del Centro Universitario San Felipe, con el fin de que sirvan a la ampliación de la Cancillería.
Luis Torres, secretario general del Ministerio de Relaciones Exteriores, comunicó que en las instalaciones donde estaba el Centro Universitario se piensa instalar otras oficinas de la Cancillería que tengan que ver con la atención al público, la restauración del antiguo Cine Pacífico, que se convertirá en un auditorio, y la creación de otros salones de reuniones.
Se hizo un estudio patológico del cemento de la estructura para saber qué tan dañada está.
FALTA UN ALBERGUE
Existen estudiantes universitarios que aún vienen del interior de la república a estudiar las nuevas carreras que ofrece la Universidad de Panamá, pero no encuentran un albergue que les brinde techo. Lo cierto es que en los 29 años que estuvo funcionando el Centro Universitario San Felipe dio buenos frutos.
Actualmente, los Cusfianos tienen la esperanza de crear un centro universitario. Y es que aunque existen los centros regionales, hay muchas carreras que sólo se ofrecen en el campus central de la Universidad de Panamá. Mientras tanto, los que vivieron en el Centro Universitario de San Felipe recuerdan con nostalgia los momentos de hermandad vividos en ese lugar, que no sólo les dio un lugar donde vivir, sino también que los enriqueció con valores morales, espirituales, y les enseñó, sobre todo, el deseo de compartir con los que menos tienen y el trabajo en equipo.
BENEFICIADOS
El próximo 17 de noviembre, un grupo de cusfianos se estarán reuniendo para intercambiar experiencias. Para mayor información, llamar al 6480-7221.
Hoy los cusfianos se encuentran trabajando en distintas áreas del país.
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