Soy estudiante de segundo año de medicina y, aunque no soy mala, tengo un serio problema. Me he dado cuenta de que no me gusta lo que estoy estudiando.
Al principio me inscribí porque creía que era lo que quería ser, pero ahora me doy cuenta de que es lo que quiere mi madre y no yo, ya que desde que era una niña me compraba juguetes de médico y decía: Mi hija será una cirujana.
Yo, en cambio, ahora deseo ser maestra o profesora, mi familia siempre me decía que con esta profesión me iba a morir de hambre, por eso no sé cómo darles el golpe.
Imagínese, mi mamá se llena la boca con sus amigas y con mi familia, pues mis primas no han estudiado, pero trabajan y son muy responsables con su casa, es más, a mí me da un poco de pena su actitud porque uno no debe denigrar a nadie.
Estoy segura de que sufrirá porque dice que así saldremos de pobres.
Aparte de eso, ésta es una carrera carísima y por los esfuerzos no puedo trabajar, mi pobre padre y mi hermano deben darme dinero para mis gastos.
Yo sé que están tropezados, pero lo hacen porque no le quieren oír la boca a mi mamá.
Todo eso me tiene mal. A mí me gusta la matemática y me gustaría dar clases de eso. Indecisa.
ESTIMADA AMIGA
Te voy a decir algo, ya tú eres adulta, y nadie puede vivir la vida por ti. Hay algo que se llama vocación y la tuya definitivamente no es ser doctora.
La vocación es un timón con el que puedes dirigir tu vida, y si no haces lo que quieres, te vas a amargar. El hacer lo que a uno le gusta da alegría, ya que descubres hacia dónde vas.
Por eso no te preocupes por tu mamá. Ella entenderá tarde o temprano y, de paso, aprenderá a ser más humilde y a no mirar a nadie por encima del hombro.