En la clínica de un famoso cirujano cardiólogo, entra la secretaria al consultorio y le anuncia que un viejito, muy pobre, deseaba consultarle, recomendado por un médico del hospital público.
El médico le dice que lo atenderá una vez que haya atendido a todos los clientes con órdenes médicas.
Después de dos horas de espera, el médico recibe al anciano y éste le explica: 'El médico del hospital público me ha enviado a usted porque únicamente un médico de su prestigio podría solucionar mi problema cardíaco y, en su clínica poseen equipos suficientes como para llevar a cabo esta operación'.
El médico ve los estudios y coincide con el colega del hospital. Le pregunta al viejito cómo le pagaría y éste le contesta que no tenía dinero y que tal vez entre sus colegas y él podían ayudarlo.
El médico no lo dejó terminar la frase. Estaba indignado con su colega del hospital. Lo envió de regreso con una nota explicándole que su clínica era privada y de mucho prestigio, por lo tanto no podía acceder a su pedido.
Cuando el anciano se retiró. El médico se percató de que éste había olvidado una carpeta con unas poesías y una frase suelta que le llamó mucho la atención. La frase decía: 'El órgano que mejor habla es el corazón' y firmaba Jean Marcel. Esta frase le gustó mucho al médico, pero lo que más le gustó fue el nombre del autor de la frase, Jean Marcel.
Luego de una semana Jean Marcel murió en la banca de un parque. El médico se enteró de que se trataba de un conocido escritor, solitario y bohemio.
Con el correr de los años, la 'Clínica Jean Marcel', como se denomina desde entonces, se hizo muy famosa. El médico, habilitó un sector para la atención de los pacientes sin órdenes médicas y él personalmente practica las operaciones.